3 de junio de 2024

EL OLVIDADO PARVIS

Los bolardos, los cercados, los pivotes, los muretes y las barandas han sido empleados desde antiguo para marcar ciertos espacios abiertos en la ciudad que no eran propiamente plazas ni puro espacio de circulación. A un lado y al otro de esos lugares protegidos, la vida ciudadana se desarrolla de modo diferente. Ese espacio con un significado diluido en el tiempo, generalmente situado antes de los edificios sagrados, es lo que se denominó durante mucho tiempo como “parvis”.
El recorrido etimológico del término atraviesa continentes y siglos sufriendo delicadas mutaciones. El “pardesu” indoeuropeo fue adoptado por el griego como “parádeisos”, y más tarde traducido al latín como “paradisus”. Desde ahí llegó al francés antiguo, de donde proviene la casi desaparecida palabra “parvis”. Todas ellas conservan el significado de "recinto protegido". En el espacio del parvis, se debatía, se comerciaba, se realizaban representaciones teatrales y hasta juicios. Era un espacio "sagrado" anterior al espacio del templo y de hecho allí uno quedaba a salvo de las exigencias legales de la ciudad para gozar del amparo de las leyes eclesiásticas. El viejo parvis de las iglesias se fue transformando a lo largo de los siglos y hoy se ha convertido en lo que se conoce como "explanada": un espacio previo a los edificios públicos que sirve como espacio de acogida de viajeros, turistas o visitantes.
El parvis, convertido en una cosa intermedia ya sin forma reconocible, es poco reivindicado por casi nadie. Sin embargo, es un tipo de espacio importante en cualquier ciudad que se precie de serlo, no porque permita sacar fotografías de los monumentos y edificios públicos con algo de espacio, sino porque son parte de lo público sin ser propiamente ni espacio de plaza ni de calle como tal. Lugares casi sin nombre, pero que no son ni mucho menos, "no lugares", resultan algo fantasmales pero no están muertos. Allí el griterío o los juegos de los niños no es bien recibido, una sutil sombra de dignidad aún flota en su ambiente, y permiten contemplar la ciudad y disfrutar de sus recodos sin la urgencia del paso apresurado. El parvis, o lo que queda de el, tiene algo de isla dentro del fragor ciudadano. Por eso, si camina entre algún edificio público y de pronto parece que algo a su alrededor le invita a ir algo más sosegado, mire a su alrededor. Tal vez se trate de un parvis que tira, silencioso, de la manga de su chaqueta.
 
Bollards, fences, posts, low walls, and railings have long been used to delineate certain open spaces in the city that were neither proper plazas nor purely circulation areas. On either side of these protected places, urban life unfolds differently. This space, whose significance has faded over time, generally found in front of sacred buildings, was known for a long time as the “parvis”.
The etymological journey of the term crosses continents and centuries, undergoing subtle mutations. The Indo-European “pardesu” was adopted by the Greeks as “parádeisos,” and later translated into Latin as “paradisus.” From there, it made its way to Old French, from which the nearly obsolete word “parvis” originates. All of these terms retain the meaning of "protected enclosure." In the space of the parvis, debates were held, commerce thrived, theatrical performances took place, and even trials were conducted. It was a "sacred" space preceding the temple grounds, where one was safe from the city's legal demands, enjoying the protection of ecclesiastical laws. Over the centuries, the old church parvis transformed and has now become what we know as the "esplanade": a space in front of public buildings serving as a welcoming area for travelers, tourists, or visitors.
The parvis, now an intermediate space with no recognizable form, is seldom celebrated by anyone. However, it remains an important type of space in any city worth its name, not because it allows for photographs of monuments and public buildings with some breathing room, but because it is part of the public domain without being strictly a plaza or street. These almost nameless places, far from being "non-places" possess a somewhat ghostly quality but are not dead. While the clamor of children playing is not welcome there, a subtle aura of dignity still lingers. They allow one to observe the city and enjoy its nooks without the urgency of hurried steps. The parvis, or what remains of it, is like an island amid the urban bustle. So, if you walk past a public building and suddenly feel an invitation to slow down, look around. It might be a parvis quietly tugging at your sleeve.

27 de mayo de 2024

LA INSATISFACCIÓN DEL DORMITORIO

Hay una alegría en el acto de dormir que no se corresponde con los espacios donde se produce. La más modesta siesta es mejor que el dormitorio de Luis XIV en Versalles. La arquitectura arrastra el invisible desajuste de no haber inventado un espacio para dormir a la altura de ese oscuro acto diario. Y no será porque los arquitectos no lo hayan intentado con todas sus fuerzas. Han construido cámaras y antecámaras, células y cápsulas con resonancias biológicas y espaciales, alojamientos y habitaciones que remiten a los tranquilizadores hábitos repetidos, han inventado cuartos y estancias con camas, lechos y doseles, aludiendo a un mundo de espacios dentro de espacios o a la relación ontológica entre el ser y el estar.
La pieza, el habitáculo, la alcoba, el camarote y la cabina, el apartamento y la celda monacal son especializaciones de un lugar incompleto, secretamente insatisfactorio y precario, por mucho que se haya especializado y llenado de riqueza y de matices. Inevitablemente, dormimos en un sitio peor que el propio dormir. Porque frente a lo que sucede con el dormitorio, el dormir no se puede proyectar. Por mucho que forremos esos lugares con mullidos cojines de plumones, cortinas, doseles y acolchadas alfombras, por mucho que sus proporciones, luz, ventilación o paisaje circundante hagan sublime la estancia, un descanso auténticamente reparador aún posee mayores virtudes que la habitación donde se produce. En esto, la farmacopea ha llegado mucho más lejos que la arquitectura. ¿Por qué esta simpleza en relación al dormir no da que pensar a los cansinos que aspiran a solventar los problemas del mundo con sus obras? ¿Acaso no es una aspiración más noble hacer de esta disciplina el mejor escenario de la vida en lugar de falsear sus posibilidades a la hora de arreglar los desencuentros cosmopolíticos entre actantes biodiversos?
There is a joy in the act of sleeping that does not correspond with the spaces where it takes place. The most modest nap is better than Louis XIV's bedroom in Versailles. Architecture carries the invisible mismatch of not having invented a space for sleeping that measures up to this dark daily act. And it’s not for lack of architects trying with all their might. They have built chambers and antechambers, cells and capsules with biological and spatial resonances, lodgings and rooms that refer to reassuring repeated habits, they have invented quarters and spaces with beds, cots, and canopies, alluding to a world of spaces within spaces or to the ontological relationship between being and being there.
The room, the dwelling, the alcove, the cabin, and the compartment, the apartment and the monastic cell are specializations of an incomplete place, secretly unsatisfactory and precarious, no matter how specialized and rich in nuances they have become. Inevitably, we sleep in a place worse than the sleep itself. Because, unlike the bedroom, sleep cannot be designed. No matter how much we line these places with soft feather cushions, curtains, canopies, and padded carpets, no matter how sublime their proportions, light, ventilation, or surrounding landscape make the stay, truly restorative rest still possesses greater virtues than the room where it occurs. In this, pharmacopeia has gone much further than architecture. Why does this simplicity not give pause to those weary souls who aspire to solve the world's problems with their works? Is it not a nobler aspiration to make this discipline the best stage for life instead of falsifying its possibilities when it comes to resolving the cosmopolitical disagreements among biodiverse actants?

20 de mayo de 2024

TODOS LOS DICCIONARIOS DE ARQUITECTURA

Si se mira comparativamente con otras disciplinas, el número de diccionarios de arquitectura no resulta excesivo. La razón es sencilla de explicar. Un voluntarioso autor comienza su tarea y se queda paralizado en la primera página, incapaz de ir más allá de la única y posible primera palabra: AALTO. Entonces hace un diccionario diferente o cambia de tema o se dedica a otra cosa...
El aguijón de la primera palabra marca la extensión de la totalidad del diccionario. Y claro, ¿Cuánto espacio debe dedicarse a esa misma primera definición? AALTO. Alvar AALTO. Entonces se abandona, decía.
Hay algo en ese conjunto de vocales y sonidos, AALTO, en su misma pronunciación, que hace que todo a su alrededor sea complejo. Un leve tartamudeo que alarga la primera vocal y la convierte en algo difícil de pronunciar sin parecer algo lelo. A-A-LTO. Se abre la boca y se retrae la lengua con un leve trabucarse, igual que sucede con la visita a alguna de sus obras: A-A... Llegados a un momento en la vida, además se baja el volumen de esas dos primeras Aes... Como si hubiesen penetrado muy dentro del arquitecto que las pronuncia y se hubiesen fusionado formalmente en una especie de A larga como una M. Ese proceso de macla cerebral afecta a nuestras relaciones con la obra real del arquitecto finés. También su obra se funde neuronalmente en un sólido Maireasainayokimuuratsalo... Una especie de amable grúfalo de ladrillo y madera.¿Cuántos años más seguiremos boquiabiertos? ¿cuántas generaciones más permanecerán balbuceantes ante ese  AAAAAaaaalto?
A Alvar Aalto se vuelve como a los amigos. Tarde o temprano se vuelve. Como el que acude al calor de una taza de café o a la proximidad de una chimenea. AALTO es la casa de nuestros padres.
If you compare it to other disciplines, the number of architecture dictionaries doesn't seem excessive. The reason is simple. An eager author starts their task and becomes paralyzed on the first page, unable to move past the single, inevitable first word: AALTO. So, they create a different kind of dictionary or change the subject or move on to something else entirely...
The sting of the first word dictates the scope of the entire dictionary. And, of course, how much space should be dedicated to that very first definition? AALTO. Alvar AALTO. And so, they give up, as I was saying.
There’s something about that combination of vowels and sounds, AALTO, in its very pronunciation, that makes everything around it complex. A slight stammer that stretches the first vowel and makes it hard to say without seeming a bit foolish. A-A-LTO. You open your mouth and retract your tongue with a slight stumble, just like visiting one of his works: A-A... At a certain point in life, you even lower the volume of those first two As... As if they had penetrated deep inside the architect who pronounces them and had formally fused into a kind of long A, like an M. This process of cerebral fusion affects our relationship with the real work of the Finnish architect. His work also merges neuronally into a solid Maireasainayokimuuratsalo... A kind of gentle gruffalo made of brick and wood. How many more years will we remain awestruck? How many more generations will stay tongue-tied before that AAAAAaaaalto?
You return to Alvar Aalto like you return to friends. Sooner or later, you come back. Like seeking the warmth of a cup of coffee or the closeness of a fireplace. AALTO is the home of our parents.

13 de mayo de 2024

TALENTO CRIMINAL

Un detenido por portar un arma blanca; demandado por agresión en varias ocasiones; arrestado por golpear a pedradas a un agente de la autoridad y, finalmente, condenado por homicidio y lesiones graves durante una riña, fue, además, autor de algunas de las pinturas más excepcionales del barroco de todos los tiempos. Caravaggio era un delincuente y sin embargo, su obra resulta inmortal... ¿O tal vez no? ¿Deberían ser descolgados sus cuadros de los museos por sus abominables crímenes? El problema moral que asoma tras cada obra del pasado nos sitúa ante un vértigo difícil de soportar para la susceptibilidad occidental contemporánea... 
La casa de Philip Johnson, es decir, la casa que construyó como estudiante en Harvard como proyecto de graduación, ha pasado a denominarse "la casa en la que vivió Philip Johnson". Para la academia americana resulta intolerable que una de las figuras más importantes de la historia de la arquitectura de su país mostrase una familiaridad inaceptable con el nazismo. Para occidente toda figura cuyo nombre sea empleado en el espacio público debe ser ejemplar: "No nos detendremos aquí", ha dicho la Decana de Harvard. (Mientras se debate sobre eso con vehemencia, no hay declaración oficial alguna sobre los crímenes de lesa humanidad que se televisan hoy en todo el mundo) ¿Alguno de los actuales miembros del "Johnson Study Group" que trata hoy de "resituar" su figura -es decir, condenarle al ostracismo-, apelará en unos años a su condición homosexual en la búsqueda de referentes por parte de ese colectivo antes que a su intragable ideología? ¿Podrá eso resarcirle de sus inmorales actitudes supremacistas, antisemitas y misóginas? ¿Hace eso deplorable su casa de la calle 9 Ash, en Cambridge, que fue en realidad la primera "casa patio miesiana" construida de todo el mundo?
El legado de Mies o Le Corbusier pueden verse comprometidos si se estudian en profundidad sus ambigüedades. El haberse despedido en algunas de sus cartas con el saludo nazi, en el caso del alemán, o el haber colaborado lateralmente con el régimen de Vichy en el caso del pintor suizo, ¿desligitiman algunas de las obras maestras de la arquitectura moderna? ¿Debería dejar de enseñarse la obra de Mies en las escuelas de arquitectura por los dibujos que hizo del pabellón Alemán para la Feria Mundial de Bruselas de 1935 en los que ondeaba la bandera nazi?
Existen más frentes abiertos. El exceso de consumo energético de los inmensos vidrios simples empleados por el mismo Mies Van der Rohe, o el exceso de hormigón usado por Le Corbusier, les hace ser mirados hoy con ojos sospechosos a pesar del magisterio de su arquitectura. ¿Hasta dónde se producirá el juicio sumario al pasado? ¿Aguanta alguna obra actual las acusaciones en el territorio de lo sostenible o de la equidad cuando habitamos en un mundo impuro?
A pesar de que se afanen por realizar candorosas declaraciones sobre el bienestar tecnopolítico, económico, social y ecológico de sus obras, ¿acaso alguien cree que próximamente no se analizarán, y hasta el extremo, el real consumo y desperdicio de energía, medios o la más ligera explotación laboral encubierta de los edificios erigidos por cada reputado decano o catedrático? ¿Se comprometieron ejemplarmente con la paridad de género o la equidad étnica del colectivo de los ferralistas, alicatadores o instaladores que construyeron sus edificios? Unas simples mediciones pueden dar al traste una carrera construida sobre un discurso que no se compadece con la realidad. ¿Hasta donde debe llevarse esto? La obra concreta y los propios valores que es capaz de generar un edificio no importan si se considera este tema del valor como algo relativo. Y sin embargo ver la dosis de mejora del lugar que ocupa, el matiz de sensibilidad que abre, la cantidad de verdad que ofrece esa obra de arquitectura, tal vez brindase alguna salida, aunque fuese provisional. 
Parece más sencillo comprometerse con la crítica al pasado, considerado como algo refutable, que con la crudeza del presente. En fin, lo único claro es que Caravaggio no saldrá en nuestro auxilio.
A detainee for carrying a bladed weapon; sued for assault on multiple occasions; arrested for pelting a law enforcement officer with stones and ultimately convicted of homicide and grievous bodily harm during a brawl, was also the author of some of the most exceptional Baroque paintings of all time. Caravaggio was a criminal, yet his work remains immortal... Or does it? Should his paintings be removed from museums due to his abominable crimes? The moral dilemma that emerges with each work from the past presents a vertigo difficult to bear for contemporary Western sensibilities...
Philip Johnson's house, that is, the house he built as a student at Harvard as his graduation project, has now been renamed "the house where Philip Johnson lived." For the American academy, it is intolerable that one of the most important figures in the history of architecture in their country showed unacceptable familiarity with Nazism. In the West, any figure whose name is used in the public sphere must be exemplary: "We will not stop here" said the Dean of Harvard. (While this is hotly debated, there is no official statement on the crimes against humanity being televised around the world today).Will any of the current members of the "Johnson Study Group" who today seek to "reposition" his figure - that is, condemn him to ostracism - appeal in a few years to his homosexual condition in the search for references by that collective rather than to his unpalatable ideology? Can that compensate for his immoral supremacist, anti-Semitic, and misogynistic attitudes? Does that make his residence at 9 Ash Street in Cambridge, which was actually the first "Miesian courtyard house" built in the world, deplorable?
The legacy of Mies or Le Corbusier may be compromised if their ambiguities are studied in depth. Saying farewell in some of their letters with the Nazi salute, in the case of the German, or collaborating tangentially with the Vichy regime in the case of the Swiss painter, does it delegitimize some of the masterpieces of modern architecture? Should Mies's work stop being taught in architecture schools because of the drawings he made of the German Pavilion for the 1935 Brussels World's Fair with the Nazi flag flying?
There are more fronts open. The excessive energy consumption of the immense single glasses used by Mies Van der Rohe himself, or the excessive concrete used by Le Corbusier, makes them looked at today with suspicious eyes despite the mastery of their architecture. How far will the summary judgment of the past go? Does any current work withstand accusations in the realm of sustainability or equity when we inhabit an impure world?
Despite their efforts to make candid statements about the tecnopolitical and ecological well-being of their works, does anyone believe that soon their real energy consumption and waste, means, or even the slightest covert labor exploitation of the buildings erected by every renowned Dean or professor will not be analyzed to the extreme? Did they exemplarily commit to gender parity or ethnic equity in the collective of ironworkers, tilers, or installers who built their buildings? Simple measurements can thwart a career built on a discourse that does not align with reality. How far should this be taken? The specific work and the values that architecture is capable of generating do not matter if that value is considered relative. And yet perhaps seeing the dose of improvement in its place, the nuance of sensitivity it opens, the dose of truth that work of architecture offers, perhaps it would provide some way out, even if it were temporary.
It seems easier to commit oneself to the criticism of the past as something refutable than to the crudeness of the present. In the end, the only thing that is clear is that Caravaggio will not come to our rescue.