23 de octubre de 2023

SOL ARTIFICIAL

Durante tres meses en la ciudad italiana de Viganella no amanece. Situada en el fondo de un valle entre los Alpes, sus habitantes no reciben un solo rayo de sol desde el 11 de noviembre hasta el 2 de febrero. Tan deprimente situación fue compensada hace poco con la colocación de un espejo en una de las montañas cercanas. Ideado por un arquitecto, - sin duda uno que conocía la ingeniosa historia de Arquímedes y sus espejos en Siracusa para quemar barcos enemigos-, un sol artificial de cuarenta metros sirve de consuelo a su población y, al mismo tiempo, se ha convertido en una inesperada atracción turística. (Aunque, ¿qué rareza no se convierte hoy en día en un imán para el turismo?)
Hace ya veinte años, en la Sala de Turbinas de la Tate Gallery de Londres, el artista Olafur Eliasson detuvo el sol en un atardecer sin fin. La instalación, una perfecta puesta de sol lograda con otro ingenioso juego de espejos, sigue anclada en el imaginario de una ciudad que nunca tuvo un atardecer semejante.
A principios del siglo XX, en una calle estrecha de Barcelona, conducir la luz hasta el interior de los pisos bajos era más que una cuestión de física; era una cuestión de dignidad. El recurso del espejo era inconcebible, pero no unas contraventanas dispuestas como bajantes y periscopios orientados hacia el cielo. Estos mecanismos de arquitectura sin arquitectos, permitían a los sórdidos interiores del Barrio Gótico tener algo de claridad en sus habitaciones...
En arquitectura existe un tipo de imaginación que cabe calificar como lunar, reflectante, que trata de aprovechar recursos sin poseerlos, que aspira a emitir luz sin tenerla por sí misma. Y que da pie a acumular mil soles en una biblioteca o un completo cielo estrellado en un cine. Un ingenio que es siempre válido. Que aprovecha reflejos parciales del mundo para mejorarse.

For three months in the Italian town of Viganella, there is no dawn. Nestled at the bottom of a valley among the Alps, its residents do not receive a single ray of sunlight from November 11th to February 2nd. This disheartening situation was recently alleviated by the installation of a mirror on one of the nearby mountains. Conceived by an architect, - undoubtedly one who was acquainted with the ingenious tale of Archimedes and his mirrors in Syracuse for burning enemy ships-, a forty-meter artificial sun serves as solace to its population and, simultaneously, has transformed into an unexpected tourist attraction. (Although, what rarity does not turn into a magnet for tourism these days?).
Twenty years ago, in the Turbine Hall of the Tate Gallery in London, the artist Olafur Eliasson halted the sun in an endless sunset. The installation, a flawless sunset achieved through another clever interplay of mirrors, remains firmly anchored in the imagination of a city that never had a sunset quite like it.
At the beginning of the 20th century, in a narrow street in Barcelona, channeling light into the lower apartments was more than a matter of physics; it was a matter of dignity. The use of mirrors was inconceivable, but not the arrangement of shutters designed as downspouts and periscopes oriented toward the sky. These mechanisms of architecture without architects allowed the gloomy interiors of the Gothic Quarter to have some brightness in their rooms...
In architecture, there is a kind of imagination that can be described as lunar, reflective, emitting light without possessing it intrinsically. An ingenuity that allows one to have a thousand suns in a library or a complete starry sky in a cinema. An ingenuity that is always relevant. One that harnesses partial reflections of the world to enhance itself.

16 de octubre de 2023

EN LA CIUDAD, SIEMPRE CABE ALGO MÁS

Ante un auditorio de adolescentes, un profesor de instituto rellena un frasco de vidrio con bolas de golf hasta los bordes. ¿Cabe algo más? Vierte entonces un buen puñado de garbanzos entre los huecos libres y, tras colmatar el tarro de nuevo, vuelve a hacer la misma pregunta. Ante el acuerdo general de que nada más cabe en un recipiente lleno hasta el borde de ese extraño potaje, el profesor aun introduce agua entre los huecos despreciados. En ese instante iluminador todos descubren que siempre cabe algo más cuando queda algo de aire sin ocupar...
En el intrincado tejido de la ciudad, el acto de rellenar los huecos libres sigue una lógica que se asemeja a ese experimento de instituto y que tiene como puro motor la insaciable economía de mercado. Cada espacio vacío es una oportunidad, y como en un bazar, las fuerzas de la oferta y la demanda impulsan su transformación y colmatan, como un líquido, sus espacios. Con un orden de llenado donde la optimización de recursos es la principal protagonista, la ciudad, como ese recipiente de vidrio, busca la compacidad para funcionar de manera eficiente. El aire colmatado es su lenguaje predilecto. En la ciudad siempre cabe una persona más, una idea más, un negocio más. Una religión más.
La incansable búsqueda de la densidad urbana garantiza, curiosamente, el futuro de la ciudad misma. Y la búsqueda de los espacios libres es, antes que un signo de la presión capitalista, de una voluntad ancestral por vivir juntos. 
In front of a group of teenagers, a high school teacher fills a glass jar with golf balls to the brim. Is there room for anything more? Next, the teacher pours a handful of chickpeas into the remaining gaps, and after filling the jar once more, poses the same question. With the general consensus that nothing more can fit into a container filled to the brim with this strange concoction, the teacher goes a step further by introducing water into the neglected gaps. In that enlightening moment, everyone discovers that there is always room for more when there's some unoccupied air...
Within the intricate fabric of the city, the act of filling empty spaces follows a logic resembling that high school experiment and is driven by the relentless market economy. Every vacant space represents an opportunity, much like a bustling bazaar, where the forces of supply and demand drive their transformation, filling their spaces like a liquid. With a filling order where resource optimization takes center stage, the city, like that glass container, seeks compactness to function efficiently. Filled air becomes its preferred language. In the city, there's always room for one more person, one more idea, one more business. One more religion.
The tireless pursuit of urban density oddly ensures the city's future. And the quest for open spaces is, before being a sign of market pressure, a reflection of an ancestral desire to live together.

9 de octubre de 2023

CAMBIA EL MUNDO, HAZ UNA VENTANA

La mejor ventana del mundo no es una fênetre en longueur, ni tampoco es una que haya logrado hacer desaparecer su marco o haya resuelto a la perfección sus problemas de estanqueidad o que evite los chifletes de aire entre sus rendijas, sino una que se asoma tanto al exterior que cambia el concepto de exterior mismo. Es decir, la que logra, por su propia existencia, que se transmute el mundo, hacia fuera y hacia dentro.
Toda ventana es un acto de comunicación y sus componentes y partes, desde la nada que es su agujero, hasta los adornos y ornamentos a su alrededor vuelven el mundo más amable y otro. (Igual que pintarse los ojos o colocarse unas gafas devuelve una mirada transformada). Miramos diferente con una ventana que es consciente de ese poder. El exterior nos ve de otro modo si el hueco por el que nos asomamos se apodera de esa capacidad. Esa magia es específicamente de la arquitectura, que en cada perforación cambia el rostro del habitante y del mundo. 
The finest window in the world is not a fênetre en longueur, nor is it one that has managed to make its frame disappear or has perfectly solved its sealing problems or avoids the whistling of air through its cracks. Instead, it's a window that leans so far into the outside that it changes the concept of the exterior itself. In other words, it's the one that, through its very existence, transforms the world, both outward and inward.
Every window is an act of communication, and its components and parts, from the void that is its opening to the decorations and ornaments around it, make the world friendlier and different. (Just as applying makeup to the eyes or wearing glasses gives a transformed look). We look differently through a window that is aware of that power. The outside perceives us differently if the opening through which we peer seizes that capacity. This magic belongs specifically to architecture, which, with each perforation, alters the countenance of both the inhabitant and the world.

2 de octubre de 2023

LA COLUMNA MURCIÉLAGO

En Bombay, en un viejo templo dedicado a Shiva, dos columnas de piedra han desaparecido sin que la estabilidad del espacio parezca verse comprometida... El milagro parece justificar el poder de los dioses del propio templo. Apenas los capiteles y las basas permanecen pegados al techo y al suelo respectivamente. En medio de ellas, un aire misterioso por cuanto que es de una densidad diferente al de su entorno, cose ambos extremos de la columna incompleta de una manera poco tranquilizadora. La tensión continúa recorriendo esa línea vertical sin sustancia como un arco voltaico invisible pero denso y poderoso. De hecho, cuesta imaginar alguien atravesando esa línea sin morir electrocutado. En Portugal, en una pequeña casa construida en Oporto con colores pastel, un pilar no llega al suelo desafiando la misma y extraña condición. Por si acaso, a nadie se le ocurriría pasar la fregona por debajo. 
Curiosamente, en arquitectura los milagros son escasos y bien son cuestión de apariencia o de una prestidigitación invisible basada en fundamentos elementales de la física. En gran medida estas imágenes recuerdan la historia de la columna que no llegaba al suelo en la iglesia del San Juan de Samarcanda y que tan bellamente contaba Marco Polo en el libro de las Maravillas. Pero nadie se engañe, ni el hinduismo, ni la arquitectura portuguesa, hacen milagros de ese tipo: todo pilar sin fuste esconde sobre él un invisible arco de descarga. Los trucos de magia, son, siempre y a fin de cuentas, de percepción. Las cosas, aunque no lo parezcan, pesan. Las cosas llegan, tarde o temprano al suelo. Ese es el verdadero milagro. El peso busca el camino como un topo ciego. Y siempre lo encuentra.

*Si estás interesado en las columnas anómalas, es recomendable el próximo libro de Carmelo Rodríguez, Bizarre Columns, Madrid: Ediciones asimétricas 2023. Y respecto al renombre de este escrito, "Columna Murciélago" viene de regalo de Enrique Encabo, por vía de Juan Roldán. Gracias a todos. 
In Bombay, in an ancient temple dedicated to Shiva, two stone columns have vanished without seemingly compromising the stability of the space... The miracle appears to justify the power of the temple's own gods. Only the capitals and bases remain affixed to the ceiling and floor, respectively. In between them, an air of mystery, as it possesses a density distinct from its surroundings, stitches both ends of the incomplete column in an unsettling manner. The tension continues along this substanceless vertical line, like an invisible yet dense and powerful voltaic arc. In fact, one can scarcely imagine anyone crossing this line without meeting an electrocution.
In Portugal, within a petite house adorned with pastel colors in Oporto, a pillar fails to reach the ground, defying the same peculiar condition. Just in case, no one would dare to mop underneath.
Curiously, in architecture, miracles are rare and often a matter of appearance or an invisible sleight of hand grounded in elementary principles of physics. To a large extent, these images bring to mind the tale of the column that failed to reach the ground in the church of San Juan de Samarkand, a story beautifully recounted by Marco Polo in the Book of Wonders. But let no one be deceived; neither Hinduism nor Portuguese architecture performs such miracles: every pillar without a shaft conceals above it an invisible discharge arc. Magic tricks, after all, are matters of perception. Things, despite appearances, possess weight. Things, sooner or later, touch the ground. That is the true miracle. Weight, like a blind mole, seeks its path. And it unfailingly finds it.