Algo de orfebre y de panadero tiene el oficio de arquitecto.
29 de enero de 2010
ACUEDUCTO EXTRAÑO
En la misma bienal de Milán en la que acechaba aquel animal-templo, se mostraba también esta extraña arquitectura, igualmente de Navarro Baldeweg. Sobra decir que bajo la apariencia de acueducto se esconde un animal saciando su sed. Animal bicéfalo, entre gárgola, desagüe y alambique, pero con cabezas afiladas y punzantes. Sus patas son las de una bestia elefántica, y el sistema de columnas y dinteles es sustituido por la de un organismo de muros, arcos y una sustancia licuada que lo recorre.
Las dos situaciones vistas, - de animal-templo y acueducto-bestia-, comparten una base operativa: Engarzar, igual que un orfebre, lo sólido y pesado, con lo pequeño, ligero y fluido; y amasar, igual que un panadero, ambigüedad y símbolo. Fruto de ello, nace algo innombrable pero real.
Algo de orfebre y de panadero tiene el oficio de arquitecto.
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27 de enero de 2010
ANIMAL EXTRAÑO
La traza de este cuadrúpedo, vigilante y extraño, corresponde a Navarro Baldeweg. Corzo o tigre, es un centinela del espacio que lo rodea. Una esfinge que, elástica, se ha erguido. Pero algo en esos trazos han hecho que el animal haya perdido su condición.
El peso se distribuye en equilibrio sobre cuatro apoyos sólidos. Las patas, como columnas, facilitan el contacto con un terreno imaginario pero cierto. El cuerpo, como un dintel, los unifica y remata sin dulzuras. Así, el animal se convierte en un templo.
Pero al igual que toda obra debe contener desconciertos, los ojos y el apoyo de la cabeza, hacen del conjunto algo móvil e inestable, como un jarrón sobre la arista de una mesa.
El equilibrio parece a punto de desbaratarse. Y sin embargo ahí permanece, prolongado en el tiempo; dejando esa ilusión en suspenso. Igual sucede en cada templo, desde el Partenón a Segesta.
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25 de enero de 2010
CONEXIONES
“WG es Walter Gropius, un mierda
que se hizo famoso como empresario cultural”(1). Para hablar de Gropius,
seguramente bastan esas palabras de Quetglas. A nadie se le escapa que el
verdadero insulto es haberle aplicado el término de “empresario cultural".
Su figura aristocrática y
sugerente es clave para entender no solo la Bauhaus sino la arquitectura
moderna. Klee allí le corona como “Príncipe de la plata”, seguramente, como
señala Wolfe, el oro era demasiado chillón para un personaje como Gropius.
Argan en una notable monografía dedicada a él en exclusiva, apenas habla de su
obra: parece de mayor alcance lo que su figura fue capaz de provocar. Rykwert
enseña con cierta incómoda ironía, una imagen de su Blockhaus Sommerfeld, en
Berlín, del año 1921, formada por troncos de madera al más puro estilo del
oeste americano. Una imagen capaz de destrozar cualquier reputación.
Pero en realidad todo eso importa
poco. Como tampoco importa que su fortuna se erigiese simultáneamente a su
tarea decana en Harvard, con una patente de casas de madera contrachapada para
la General Panel Corporation, de la que era vicepresidente.
Como arquitecto nos ha legado un
par de obras maestras. Una construida y otra utópica, pero trascendente:
el edificio de la Bauhaus, y el proyecto del “Teatro Total”.
Mucho se ha escrito sobre el
edificio de la Bauhaus. Sobre el proyecto del “Teatro total”, cabe, por menos
conocido, un comentario: Se trataba de un teatro giratorio, encargado por
Piscator cuyo sentido del espectáculo trataba de eliminar los límites entre
actor y el espectador. Todo ello en un conglomerado inédito al cual se sumaban
varias películas proyectadas sobre las paredes y la cúpula del teatro.
En agosto de 1939, en el primer
número de la revista Sur, la más seria de la vida cultural de Buenos
Aires, esa propuesta fallida fue empleada por Jorge Luis Borges para elaborar
un ensayo titulado “La biblioteca total”. Primer borrador de lo que luego sería
su “biblioteca de Babel”. Lo que es desde entonces una imagen verdaderamente
antológica y paradigmática para cualquier arquitecto a la hora
de hablar de laberintos o bibliotecas.
La faceta de activador cultural
de Gropius es, pues, una aportación no desdeñable. No cabe como insulto. Como
ha probado Borges en otros tantos cuentos memorables, una existencia queda
justificada por la mera inspiración de un verso, quizás de una imagen, a obras
mayores. ”Porque la maquinaria del mundo es harto compleja para la simplicidad
de los hombres”.
(1). QUETGLAS, Josep , Escritos
colegiales, Actar Barcelona, 1997, pp. 177
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17 de enero de 2010
DIBUJOS INFANTILES
Sobre una de las paredes del museo Castellvechio, de Scarpa,
cuelga este cuadro de Giovanni Francesco Caroto, donde un niño extraño de
sonrisa pelirroja blande su dibujo.
La pintura solo tendría el misterio que encierra un retrato
atípico del renacimiento, si no fuese porque se extiende mise en abyme:
una pintura que contiene una pintura. Historias que contiene historias como
sucede en Hamlet, las Meninas, todo Borges o las mil y una noches.
El retrato corresponde a Caroto pero también el dibujo que
sostiene el niño: Es el dibujo de un pintor que dibuja el dibujo de un niño. Si
la pintura ya contiene una dosis de maestría, no es eso lo más comprometido. Lo
difícil, lo virtuoso, lo violento, es el ejercicio de abandonar la sabiduría
para dibujar como dibujaría un niño. Desprenderse para dibujar limpio. Leve.
Inocente.
Y lograrlo.
Tan difíciles son esos trazos de Caroto como los de esas
fachadas del proyecto de ampliación del IVAM, de Sanaa: Las líneas del suelo
donde se apoyan, rectas sin pendiente, imposibles, inocentes. Allí la
puerta sin escala; aquí, sin motivos que avalen su posición. Allí la mancha
defectuosa, como una nube, de quien no sabe aun colorear. El cierre de los
contornos con rectángulos sin espesor, sin construcción, sin gravedad, sin
peso...
Pero no, no hay nada de infantil en esos dibujos, puesto que
un niño lo echaría todo a perder con la inclusión de más y más trazos, sin
saber parar: Es un dibujo infantil arrebatado por un adulto, a medio dibujar.
Tras esos trazos solo es posible imaginar un espacio, aéreo, ligero, leve.
Donde el aire se sustituye, gracias a esa fingida inocencia, por esa sustancia
respirable, ligera y lechosa que para Sanaa es la arquitectura.
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13 de enero de 2010
EL VIEJO MUNDO
Vivimos en un mundo viejo, cuando somos aun demasiado
jóvenes. En un mundo que tiene adherida una costra que impide empezar nada de
cero. Un mundo donde todo aparece ya proyectado, antes incluso de que haya
empezado a existir. Todo ya se ha juzgado y criticado, antes de que se haya
erigido. Estamos tan atiborrados de imágenes que no podemos ver.
Por eso habrá quien sienta la necesidad de inventarse unos
ojos nuevos. Y proyectar como si proyectar fuese algo impracticable. Proyectar
por encima de las propias capacidades, con un objetivo fuera de alcance. Pero
sentarse y proyectar. Proyectar para hacer que lo no proyectado aun, sea
posible.
En cierto sentido, creo que siempre se proyecta lo que no se
conoce. Se proyecta para permitir que la arquitectura no pensada aun, se
exprese. Dice Marguerite Duras de su escribir: “Si se supiera algo de lo que
se va a escribir , antes de hacerlo, antes de escribir, nunca se escribiría. No
valdría la pena.
Escribir es intentar saber qué escribiríamos si
escribiésemos –sólo lo sabemos después- antes es la cuestión más peligrosa que
podemos plantearnos. Pero es la más habitual” (1)
(1) DURAS, Marguerite, Escribir, Tusquets, Barcelona,
2000, pp. 56
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11 de enero de 2010
CARLO SCARPA O EL PALIMPSESTO
Si de la relación de la
arquitectura con el tiempo se trata, tarde o temprano hay que abordar el
problema de Carlo Scarpa. Y no se dice que sea un problema pretendiendo, como
tantas veces ocurre, inventarlo.
El problema Scarpa no es un
problema para si mismo ni para su obra, sino para la crítica: Es un problema de
etiquetado. Con criterio razonable muchos no lo han considerado arquitecto,
sino un artista,- Bruno Zevi entre otros-. Pero resulta que su mirada sobre el
mundo es la de un arquitecto inconmensurable.
No es menester batallar tanto por
eso sino por las dosis de hermosura que nos ha legado. Siempre en obras mínimas
y delicadas. Es cierto que no hay en Scarpa ninguna revolución, ningún espacio
antológico. Sin embargo es significante como en sus dibujos y en sus obras
siempre se da la superposición de materias, trazos, detalles y escalas como una
dialéctica educada y deslumbrante con el legado de otros tiempos.
En Castelvecchio, -pero podría
hablarse de otros casos-, las capas cubren y se superponen a lo existente.
Lienzos de hormigón cubren estucos y capas de piedra y mampuesto igual que lo
hacen los fragmentos de papel sobre sus dibujos. En ocasiones es difícil
percibir la continuidad de los sistemas de representación y la obra, pero aquí
es un hecho palpable y digno de reflexión.
La obra nueva añade capas que
muestran su espesor constructivo que es sofisticado y cubierto por bordes
cuidadísimos. Se ocultan los defectos de lo anterior y la nueva capa los
mejora. Pero con esa superposición se altera el significado y se produce un
milagro de comunicación y continuidad.
No se me ocurre mejor imagen para
entender la producción de Carlo Scarpa que la del palimpsesto: Ante la
necesidad de escribir y la escasez de papel, el palimspsesto es la sugestiva
operación de usar como soporte de escritura una obra existente, que queda
debajo parcialmente oculta por lo nuevo (1). El resultado es una convivencia de
capas que son capaces de simultanearse y emerger alternativamente. En las
mejores ocasiones, trenzando nuevos sentidos al que tendrían las obras por
separado.
En el palimpsesto la
superposición de estratos es evidente y permite hacer una lectura
multidimensional de la obra, del fondo a la figura y vuelta a empezar. De modo
que aunque en principio el texto antiguo quiere ser eliminado con el gesto de
la ocupación, no llega a serlo por completo y aflora dialogando con lo nuevo.
Carlo Sarpa es por tanto un
exegeta, o mejor un hermeneuta. Alguien que explica y descifra secretos
importantes. Pero de arquitectura. Indiscutiblemente.
(1) El palimpsesto es una figura
bien querida por Gérad Genette que ha visto en ella una apoyatura útil para
dilucidar la literatura de la época posmoderna.
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7 de enero de 2010
UNA LISTA
Esta lista fue elaborada por Richard Serra para
su propio uso entre 1967 y 1968 (1). Constituye no una colección de formas,
como cabría esperar de alguien dedicado a la escultura, sino de acciones. Los
verbos están a la espera de una materia adecuada sobre la que avalanzarse. Son
máquinas, y la tarea del artista es la del obrero que las conecta y apaga,
testigo mudo del resultado. Sin embargo son máquinas intercambiables,
combinables en acciones compuestas y aptas también como objetos de reflexión
para la arquitectura.
Así, donde vemos la idea de proyecto como algo estático, puede hablarse del modo en que éste se comporta sobre el usuario, sobre el contexto, sobre una materia o sobre el programa, recordándonos su necesidad transitiva. Y poniendo de manifiesto que "la idea" de arquitectura es un tipo especial de máquina, capaz de activar estratos de la realidad, de modo que el conjunto de acciones superpuestas broten de esa fuente de energía compartida.
Así, donde vemos la idea de proyecto como algo estático, puede hablarse del modo en que éste se comporta sobre el usuario, sobre el contexto, sobre una materia o sobre el programa, recordándonos su necesidad transitiva. Y poniendo de manifiesto que "la idea" de arquitectura es un tipo especial de máquina, capaz de activar estratos de la realidad, de modo que el conjunto de acciones superpuestas broten de esa fuente de energía compartida.
(1) “rodar, plegar, doblar, almacenar, curvar, acortar, torcer, motear, arrugar,
rasurar, rasgar, hacer virutas, hender, cortar, cercenar, caer, quitar, simplificar, diferenciar, desordenar, abrir, mezclar, esparcir, anudar, derramar, inclinar, fluir, retorcer, levantar, incrustar, impresionar, encender, desbordar, untar, girar, arremolinar, apoyar, enganchar, suspender, extender, colgar, reunir, de tensión, de
gravedad, de entropía, de naturaleza, de agrupación, de capas, de fieltro,
agarrar, apretar, atar, amontonar, juntar,dispersar, arreglar, reparar, desechar, emparejar,
distribuir, exceder, elogiar, incluir, rodear, cercar, agujerear, cubrir, abrigar, cavar, atar, ligar, tejer, juntar, equiparar,
laminar, vincular, unir, marcar , ampliar,
diluir, alumbrar, modular, destilar, de ondas, de electromagnetismo, de
inercia, de ionización, de polarización, de refracción, de mareas, de
reflexión, de equilibrio, de simetría, de fricción, estirar, saltar, borrar, rociar, sistematizar, referir, forzar, de mapa, de posición, de contexto, de tiempo, de carbonización, continuar.”
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2 de enero de 2010
MIMESIS
La figura de Philip Johnson es tan controvertida como
necesaria para explicar la arquitectura del siglo pasado, empezando por el
“estilo internacional” y acabando por el deconstructivismo. Su talento para leer
los signos de los tiempos fue quizás más importante que el mostrado para
producir arquitectura.
La obra de Johnson siempre ha funcionado como un espejo o
una antena. A las sucesivas preguntas a ese espejo mágico, ha respondido con
citas al lenguaje de Mies, de Hejduk, de Ventury, de Eisenman, etc.... -el et
cetĕra es aquí más que justo porque su producción es extensa y las
referencias usadas son verdaderamente innumerables-.
Pero si nada en su obra parece propio, no significa que no
exista en ella algo valioso.
Su famosa casa de vidrio resulta un eco inteligente, aunque
travestido, de la casa Farnsworth de Mies. Junto a ella y en una finca de 19
hectáreas, Johnson construyó a lo largo de los años una larga serie de
pabellones que, a la vista de lo dicho, podemos considerar uno de los mejores
museos de la arquitectura del siglo XX. No importa que todos sean
proyectos-citas a otras arquitecturas, a fin de cuentas son los periodos por
los que ha trascurrido su vida y esa finca también es su propia biografía.
Una de esas intervenciones es la Ghost House, una pequeña
cabaña de malla de simple torsión y tubos de acero, erigida en 1984 sobre las
ruinas de una construcción existente, con la finalidad de proteger una
plantación de lirios de las enredaderas silvestres. Si bien Johnson habla de la
obra de Gehry como su referencia material, se cruzan en su recorrido la
pajarera de Price y los intereses artísticos de Dan Graham.
“Ten cuidado: de tanto jugar a ser fantasma, uno acaba
convirtiéndose en uno”, rezaba el aviso de Roger Caillois al comienzo de su
artículo sobre el mimetismo para la revista Minotaure. El mimetismo
entraña un riesgo de abolir el límite necesario que tiene todo ser vivo
respecto a lo que le rodea. Es decir, de mantener su propia diferencia. El ser
mimético destruye su borde y se funde con lo mimetizado. “Entonces el cuerpo se
desolidariza del pensamiento, el individuo cruza la frontera de su piel y
habita del otro lado de sus sentidos. [...] Es parecido a algo, pero solo
parecido. E inventa espacios en los que él es la `posesión convulsiva´”.(1)
Tal vez ninguna obra sea mejor reflejo de los problemas que
encarna Philip Johnson como esta insignificancia de alambre y acero. Tal vez
ninguna palabra le define mejor que la de ser una personalidad con una vocación
de “posesión convulsiva” hacia la arquitectura, y la suya una tarea de
coleccionista.
(1) CAILLOIS, Roger, “Mimétisme et psychastenie legéndaire, Minotaure,
1935, citado en KRAUSS, Rosalind,
E.,”Corpus Delicti” en Lo fotográfico, por una teoría de los desplazamientos,
GG, Barcelona, 2002, pp. 184
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30 de diciembre de 2009
OTROS PATIOS, OTRAS CASAS
Si decimos que un patio es la recreación de un universo, también es el lugar de contacto del hombre con la naturaleza domesticada y la casa un refugio flexible y resistente frente a la intemperie.
La propuesta de Josic, Candillis y Woods para un habitat tropical muestra una vivienda en la que el patio es desde luego un observatorio, pero no de estrellas como la casa del futuro de los Smithson, sino meteorológico, capaz de registrar la violencia del exterior: “Una unidad de vivienda arquitectónicamente lograda,“dice Sloterdijk, ” no sólo representa un trozo de aire cercado, sino más bien un sistema psicosocial de inmunidad, que es capaz de regular, según convenga, el grado de impermeabilización hacia fuera”.(1)
Aquí la brutalidad de la luz y el viento es destilada por medio de la arquitectura, la casa la apacigua y trasmuta lo inhóspito en hospitalario. Imaginamos la casa crujir con el temporal, arquearse e hincharse ágil, igual que la palmera de su patio, y al habitante abrazado a ella, como esa casa-madre de Henri Bosco:
“La casa luchaba bravamente. Primero se quejó; los peores vendavales la atacaron por todas partes a la vez, con un odio bien claro y tales rugidos de rabia que, por momentos, el miedo me daba escalofríos. Pero ella se mantuvo. Desde el comienzo de la tempestad unos vientos gruñones la tomaron con el tejado. Trataron de arrancarlo, de deslomarlo, de hacerlo pedazos, de aspirarlo, pero abombó la espalda y se adhirió a la vieja armazón. Entonces llegaron otros vientos y precipitándose a ras del suelo embistieron las paredes. Todo se conmovió bajo el impetuoso choque, pero la casa flexible, doblegándose, resistió a la bestia. Estaba indudablemente adherida a la tierra de la isla por raíces inquebrantables, que daban a sus delgadas paredes de caña enlucida y tablas, una fuerza sobrenatural. Por mucho que insultaran las puertas y las contraventanas, que se pronunciaran terribles amenazas, trompeteando en la chimenea, el ser ya humano, donde yo refugiaba mi cuerpo, no cedió ni un ápice a la tempestad.
La casa se estrechó contra mí como una loba, y por momentos sentía su aroma descender maternalmente hasta mi corazón. Aquella noche fue verdaderamente mi madre.
`Solo la tuve a ella para guardarme y sostenerme. Estábamos solos´.”(2)
`Solo la tuve a ella para guardarme y sostenerme. Estábamos solos´.”(2)
(1) SLOTERDIJK, Peter, Esferas III, Siruela, Madrid, 2006, pp. 387
(2) BOSCO, Henri, La Redousse, citado en BACHELARD, Gaston, La Poética del espacio, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1965 (1957), pp. 76-77
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28 de diciembre de 2009
CIELO PRIVADO
La dosis de ambición que contiene la casa del futuro de los Smithson no se limita a lo que tiene de ejercicio plastificado de buenaventura.
Beatriz Colomina, dice que en realidad es el aire y no el plástico el verdadero material de la casa y que la obra solo es un envoltorio sucesivo a ese "tubo vertical de aire privado sin respirar”.
Sin embargo no solo es una casa de aire, sino que también existe en ella, gracias a su “cielo privado”, una vertical sin fin hacia las estrellas y galaxias lejanas. Si cada patio encierra y recrea un universo, corresponde a esta casa la fabricación de uno para un astrónomo, un observatorio espacial. Igual que las piedras de Stonehenge o las Pirámides, aunque por motivaciones bien diferentes. Ese es en realidad su contexto tipológico verdadero y no la arquitectura residencial o la expositiva.
Sobre esta casa, la historia debería ser contada de otra manera.
Sobre esta casa, la historia debería ser contada de otra manera.
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26 de diciembre de 2009
MAXIMALISMO
La tensión de los espacios contrapuestos, y su conexión, oscura y baja, concentra el interés de esta sección del Banco Nacional de Dinamarca de Arne Jacobsen.
El dibujo hace posible imaginar un espacio sorpresivo, donde el sentido de lo vertical y lo horizontal se acompasa con la luz y la sombra.
Su dibujo tiene algo de ejercicio de circo, donde el lema del “más difícil todavía” es sustituido por el “más sencillo todavía”. Aparecen mesas y suaves trazos de vegetales en el interior de los lucernarios-vitrinas, lo que revela que el criterio de los signos conservados no está en su carácter resistente sino en el significante. Es palpable una lenta decantación gráfica, el destilado tranquilo de cada una sus líneas, que se asoma a algo extremo, que roza el límite donde se pierde la forma.
Quizá en todo ello consiste el maximalismo secreto que contiene el auténtico minimalismo.
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23 de diciembre de 2009
CONTEXTOS Y VISCOSIDAD
Como si fuese necesario proteger
a la arquitectura de si misma, el contexto ha sido interpretado como una
sustancia viscosa capaz de pringarlo todo. Como la miel, o como esas tiras
atrapa moscas que impiden escapar al proyecto, por más que éste agite sus alas
trasparentes.
Sin embargo el lugar es en si
mismo una sustancia estimulante, y no solo algo capaz de animar el cuerpo aun
sin vida de la obra. El lugar es la primera materia gracias a la cual es
posible ver nacer el significado de la arquitectura en el tiempo, y cuya
presencia es sentida como el aire que posibilita su desarrollo; que permite
desplegar el proyecto y verlo respirar.
El proyecto no nace, no puede
nacer, directamente de su entorno. Por más que en ocasiones se finja. Para
mayor gloria de la arquitectura, el lugar y el proyecto no mantienen una
narcotizante relación puramente deductiva. El lugar antecede a la obra, si,
pero solo una vez que la arquitectura se ha enraizado en él. Antes de la
llegada de la edificación no podía establecerse como precursor, solo era un
conjunto, un trenzado que contenía potencias y taras. Y el proyecto con su
llegada solo las pone de manifiesto o las descarta.
En el destejido de esas
posibilidades latentes, su elección y posterior retejido, el lugar queda
trasformado y el proyecto adquiere para si auténtico sentido.
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21 de diciembre de 2009
EXTRAÑAMIENTO
No hay nada como la realidad para exponernos a los abismos de la imaginación.
Para ello es suficiente practicar el hábito de no fiarse de nada. Mirar un suelo, una mesa o una ciudad como por primera vez. Describirla fingiéndonos viajeros de un país lejano. Sorprenderse por su estabilidad o su construcción a pesar de ser la mesa sobre la que comemos a diario. Ver las cosas como por vez primera para ser capaces de revelar las verdades que de ordinario permanecen ocultas.
Practicar el extrañamiento para librar a la arquitectura de la costra adherida a lo cotidiano y recuperar cierta frescura. Practicar el extrañamiento aunque no precisamente como Shklovsky lo entendía para la literatura a principios del siglo pasado sino en una doble dimensión: Como experimento y como forma de buscar el verdadero tema del proyecto.
Experimentar con el objeto extraño, probar “injerencias” frente al tema “dominante”, ponerlo a prueba, someterlo a presiones con tal de librarlo de lo inmediato y de lo “automático”. Así descubriremos que su poder coincide con la satisfacción del alquimista aficionado: mezclar sustancias sin saber bien cual será el producto final. Solo por el placer de ver aparecer espumas o cambiar sustancias de estado.
Por otro lado, averiguar qué se esconde bajo la capa de suciedad que oculta el término “casa”. Qué queremos decir “en realidad” cuando decimos “casa”. Intentar conocer si “la casa” es “refugio”, es “prisión” o “universo”, o “centro”. Hallar, en fin, su verdad poética.
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18 de diciembre de 2009
DORMITORIOS
La arquitectura para Adolf Loos es siempre percibida como un
interior, un ropaje. Un vestido primordial. Basta leer sus escritos y enumerar
sus temas: muebles, sombreros, calzado, trajes, lencería...es interior incluso
el modo de tratar el tema del ornamento. Todo le ocupa siempre que sea
envolvente. Su arquitectura crece desde el cuerpo, de modo centrífugo.
”Pongamos que el arquitecto tuviera aquí la misión de
hacer un espacio cálido y habitable. Las alfombras son cálidas y habitables.
Este espacio podría resolverse poniendo una de ellas en el suelo y colgando
tapices de modo que formaran las paredes. Pero con alfombras no puede
construirse una casa. Tanto la alfombra como el tapiz requieren un armazón constructivo
que los mantenga siempre en la posición adecuada. Concebir este armazón es la
segunda tarea del arquitecto” (1).
El espacio del dormitorio para su mujer Lina es, al igual
que esa funda llena de pieles y cueros que es la casa para Josephine Baker, un
espacio para que la arquitectura acaricie el cuerpo. El suelo extendido se
convierte en cama. La imagen publicada en 1903 es de los pocos interiores que
Loos muestra de su obra. La posición del objetivo frente a los pies de la cama,
muestra el objeto como un altar de ofrendas al tacto. Una imagen realizada por
un intruso, un vouyeur externo, y la imagen tiene algo de intimidad
violada.
Setenta años después, el dormitorio de Paul Rudolph rescata
esos viejos temas de Loos. El dormitorio y la alfombra son un encuentro entre
los sentidos del tacto y la arquitectura. Pero algo ha cambiado. Y no solo se
trata de la enorme foto presidiendo la cabecera de la cama, manos y brazos
rodeando un torso al descubierto. No es solo una imagen estereotipada del hombre
de los años setenta. La posición del objetivo fotográfico se sitúa en un
lateral de la cama. No importa quien sea el retratista, la aparición del espejo
y la imagen impiden escapar de la fotografía. Todo es táctil y sensual,
erótico. Pero el sentido persuasivo y lo explícito secuestran el posible
misterio. Todo es exterior. Todos somos espectadores de esa imagen construida y
proyectada. Nada hay de intimidad. Todo es escaparate.
La reunión de las dos imágenes contiene algo de fascinante:
Dos objetos, equivalentes desde el punto de vista de la forma, pueden
convertirse en opuestos tanto en sentido como en carácter: De madriguera a
pantalla.
No todo es cuestión de forma.
(1) LOOS, Adolf, “Das Prinzip der Bekleidung”, Nueue
Freie Presse, Viena, 4 de Septiembre de 1898, Ahora en LOOS, Adolf, “El
principio del revestimiento”, Escritos I, 1897/1909, El Croquis
editorial, Madrid, 1993, pp. 151. Debo agradecer las reflexiones sobre Loos a
Josep Quetglas que nos ha puesto sobre la pista de la relación de su obra y el
interior.
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16 de diciembre de 2009
EL PROFESOR
El vocablo griego que designa la educación es el mismo que
se emplea para hablar de la juventud: paideia, paidos. Teniendo eso
presente, la tarea del profesor sería sencilla: solo debería ser un fiel
intermediario entre esos dos sentidos de la palabra.
El profesor es pues alguien que se interpone, un dique
frente a lo inmediato y superfluo. Una figura que debe ayudar a elevar la
mirada y a afirmarse por alteridad, por oposición, para que el alumno sea capaz
de comprenderse mejor a si mismo. También alguien que despierta en él la
codicia por saber, con el escepticismo necesario hacia lo que eso significa.
Decía el ilustre Juan de Mairena, que un profesor no es solo el que enseña,
sino el que enseña a dudar de lo que enseña.
El aprender es un acto individual, pero el enseñar requiere
de oficio y método. Quetglas dice que la arquitectura se enseña en-señando, es
decir, dando señas que hagan ver: “Escoge. Deserta las aulas. No vayas a clase.
Que queden vacías. Ve a la biblioteca –ellos [los profesores de verdad] te
esperan”.(1)
Ahí tenemos al profesor Louis Kahn para enseñarnos una
última lección. En un aula se pueden decir muchas cosas, pero no es fácil
imaginar el clima adecuado para formular la arquitectura como el transito del
silencio a la luz. Seguramente se trata de lo más importante que puede
aportar: más que persuasión o entusiasmo, ser capaz de favorecer una
temperatura, una atmósfera auténtica, donde esas palabras inflamen el aire,
como fuego sobre las cabezas de los oyentes.
Más que pedagogía, hay profesores que solo necesitan esa
meteorología.
(1). QUETGLAS, Josep,
Pasado a limpio II, Ed. Pretextos, Valencia, 1999, pp. 172
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14 de diciembre de 2009
MEMORIA AMPLIADA
La arquitectura se consume hoy como se consumen las imágenes
o la comida rápida. Sin embargo respecto a la moda o las publicaciones, con el
tiempo la arquitectura se enriquece en sentidos y evoluciona, igual que los
seres vivos. En lugar de extinguirse actúa como una memoria construida: a la
vez que capas de cal y pintura se acumulaban sobre el gótico, las ampliaciones y
portadas renacentistas y barrocas cubrían y hacían crecer las viejas catedrales.
Como objeto de cultura, la obra se enriquece con el paso del
tiempo. Como la fruta y las flores, se malogra si se congela. En ese sentido, hoy
Venecia resulta un cadáver tan putrefacto como las aguas donde flota, igual que
la mayor parte de los monumentos del movimiento moderno. Objetos de veneración
arquitectónica, detenidos en un instante, que se conservan como parte de una valiosa
e irrenunciable memoria, pero inaccesibles e intocables: Objetos de museo.
Por el contrario, el Palazzo Pitti de Brunelleschi es uno de
esos objetos maravillosos que ha mostrado su adaptabilidad y viveza con el
tiempo. Ampliado multitud de veces, de siete vanos a los actuales veintitrés,
pero ampliado sabiamente, conociendo cada uno de los arquitectos que lo modificaron
que solo cabía su crecimiento en horizontal, puesto que el palazzo renacentista
se establece sobre tres cuerpos apilados.
Ampliar y restauran significan entender la arquitectura como
una herramienta para establecer continuidades y diálogos en el tiempo. De
alguna manera, su modificación y ampliación, si no niega, al menos atenúa y
ralentiza su condición de consumo instantáneo y vindica su permanencia en el
tiempo, más allá de las simples imágenes.
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11 de diciembre de 2009
EQUILIBRISMO
Por diferentes motivos, la importancia del
trabajo de Paul Rudolph no ha sido aun suficientemente valorado. Sus obras, tal
vez por su barroca y fiel continuidad a la herencia del movimiento moderno, han
sido un referente formal no declarado tanto para los metabolistas, como para
arquitectos europeos y españoles como Javier Carvajal.
Sin embargo la imagen de la arquitectura que hoy
nos ofrecen sus obras contrasta con las de su entorno vital. Su oficina de
Nueva York era un festival de situaciones y experimentos espaciales. Mesas
elevadas, pasos absurdos, almacenes impensables.
La ausencia de objetos de valor, la tosquedad y
crudeza del espacio contrasta con su uso, cercano al trabajo circense. Una oficina
aun sin faldas, donde la jerarquía no va ligada a los niveles de ocupación del
espacio, (y donde el propio Paul Rudolph ocupaba un altillo junto a un enorme
ventanal del que colgaban enredaderas como cortinas).
Esta imagen resulta quizás una buena metáfora del
trabajo del arquitecto: entre el tablero y el equilibrismo y es capaz, aun hoy,
de sugerir una atmósfera de trabajo vital y dinámica, capaz de impregnar la de
por si exuberante arquitectura de Rudolph.
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9 de diciembre de 2009
COPIAR
Copiar sin piedad, sin pudor, impunemente.
Sin miedo.
Afortunadamente para su vitalidad, la arquitectura siempre ha avanzado sobre esa vía dinamizadora. Pero no copiar como el que arrasa un territorio y lo esquilma. No copiar como un ladrón, sino de un modo generoso y en parte anónimo, con un doble compromiso hacia lo copiado y hacia el futuro.
Porque una vez ejecutada la obra, el arquitecto se convierte en donante, para que otros puedan a su vez adquirir los pequeños logros alcanzados. Para ello no basta copiar sin ton ni son, sino que es necesario conocer el origen y las intenciones de la copia,- incluso el espíritu que la anima-, no sea que a base de derivadas, estemos ante un clon degenerado e improductivo del que no se reconoce ni origen ni padre: una vía muerta. Ya el lugar, las costumbres constructivas, el clima y los materiales, ya las eventualidades, los accidentes y las dificultades de la obra, harán necesariamente que ésta se trasforme en algo distinto a su origen.
Sobre esa tierra concreta, ante unas dificultades específicas, el proyecto dejará de ser un vil plagio y empezará a murmurar su propia realidad.
Copiar como herramienta liberadora, con la naturalidad del que usa un desatascador en una cañería obstruida. O copiar como el que sabe que los inventos y las obras maestras corresponden a momentos diferentes a las actuales postrimerías.
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6 de diciembre de 2009
PAISAJE PORTATIL
Si hubiese que resumir los intereses de la arquitectura de comienzos de este nuevo siglo en una lista de palabras, tal vez no sería muy extensa, pero con seguridad no podrían faltar ni los conceptos de sostenibilidad, ni de paisaje.
No obstante, y respecto a éste último, resulta verdaderamente precaria la equivalencia de la disciplina sajona del lansdscape architecture con lo que podría ser un espeso y artificial potaje de jardinería y urbanismo. Sobre esa nueva frontera, donde la puerta del edificio supone el fin del trabajo del arquitecto y el comienzo del trabajo del paisajista, se construye gran parte del discurso contemporáneo de las relaciones de la arquitectura con su contexto. No es, por tanto, una dicotomía ni inocente ni carente de una fuerte carga ideológica y obliga a que tengamos ante nosotros una pregunta que generaciones pasadas habían intentado responder con cada obra de arquitectura: ¿Qué es hoy el paisaje?
Nuestras certezas sobre el paisaje no son muchas pero al menos son nítidas: El paisaje nunca provoca risa. No es divertido, ni cómico, porque no existe con que confrontarlo. La oposición es la base de lo risible y no existe nunca un paisaje contrario. El interés de un paisaje, a la larga, no basta, es necesario su interés moral o histórico. Lo que es equivalente a decir que todo paisaje lleva impreso otros paisajes. Que todo paisaje es un hojaldre de paisajes.
Por último, todo sujeto arrastra el suyo, como una joroba, como maleta de la que es imposible librarse; Concepción Arenal lo resumía de modo inmejorable cuando decía: “Desengáñese usted, con los paisajes ocurre como con las posadas de aldea. Cuando llega el viajero y pregunta a la posadera: ”¿Qué hay de comer? –la posadera contesta: “Señor, lo que usted traiga”. Pues esto es el paisaje; lo que cada cual traiga”.
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2 de diciembre de 2009
SIMETRIA
Palladio,
en sus Cuatro Libri, y hablando de villa Rotonda, dice que la simetría
la provee de sencilla estabilidad estructural. No hay mejor razón para su
forma. Sin embargo la simetría, como una fiera domesticada, de pronto suelta
una dentellada imprevista y acaba de un golpe con su dueño y su inocencia.
Palladio
sabe bien de esa violencia oculta y asume su imposibilidad. Su villa Rotonda lo
prueba. Cada una de las escaleras, cada uno de los frentes abiertos al
horizonte, la deshacen sabiamente.
La
simetría tiene algo terrible que escapa a la capacidad de comprensión del
hombre. Exacto terror fascinante al de los espejos, capaz de duplicar espacios
y multiplicar las cosas. Capaz de extraviar en un eje a cualquiera que se
adentre por él.
La
simetría es una invención artificial para la arquitectura porque apenas se da
fuera de la escala propia del hombre. La realidad solo es simétrica a tamaños
ajenos a la percepción humana. Solo en la cristalografía. Solo en las
matemáticas. Es decir, solo en lo abstracto y en lo diminuto. Sin embargo ha
sido un recurso de primer orden para la arquitectura porque, aunque indomable,
habla de profundidad y ritmo.
Si
para Vitruvio el concepto de simetría poseía otros matices, Venturi introdujo
el concepto de “inflexión” cuando el conjunto lo era en base a componentes no
propiamente simétricos, complicando aun más el asunto.
El
Tempietto de San Pietro in Montorio de Bramante, dibujado por Palladio, y único
incluido dentro de su estudio de las antigüedades romanas, es un buen ejemplo
de su difícil carácter. Se presenta a primera vista como un prototipo de
simetría clásica. Solo las barandas del remate superior no lo son, pero solo
por una cuestión de economía de medios. No obstante y como un detalle que
pudiese pasar por alto, sobre el templo, Palladio, traza un pequeño círculo,
vacío e insignificante en apariencia. Un círculo flotando al lado de la cúpula
que solo puede ser un sol. Un sol que golpea la piedra destruyendo toda la
aparente y serena composición axial. Desenmascarando su idílico equilibrio por
medio de la brutal sombra inesperada.
Ese
nimio círculo dibujado por Palladio es la confirmación de como la simetría se
resiste a ser amaestrada. Porque solo sin la luz es posible.
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30 de noviembre de 2009
TURISMO
El
arquitecto debe viajar. Su formación depende de ello. Pero no contentarse con
visitar solo arquitecturas hermosas o ilustres sino también territorios
diferentes e inusuales.
Viajar
hasta ser incluso un turista de la geometría.
Esto
debe hacerse porque en realidad las líneas y los planos, como los monumentos,
son un enigma. Son objetos impenetrables y por tanto invisitables. “¿Cómo
habitar un vacío, como visitar una línea?” se pregunta Barthes al hablar de la
Torre Eiffel.
Visitar
la geometría. Pero no según axiomas matemáticos, sino arquitectónicos. Ese tipo
de exploración no consiste en jibarizarse para acampar allí a modo de simpleza
literaria sino en encontrar lo sustancioso de la geometría.
Es
tranquilizador entender la línea como un mínimo que une dos puntos. Pero la
línea tiene siempre una condición doble: es simultáneamente una cuchilla y un
puente. Siempre conecta dos mundos pero también puede alejarlos. También están
en ella nociones de continuidad y prolongación más allá de lo explorado por Kandinsky.
Si
de cada línea solo importase el comienzo, el final y su trazado solo veríamos
en ellas su axioma matemático general. Pero cada línea tiene sus propias
geometrías y sus propios axiomas y solo de ese modo el arquitecto-turista puede
cruzar con emoción una y descubrir su significado. Recorrerla desde su interior
y sorprenderse porque hay inscrita en cada línea una velocidad. También verla
convertirse en un punto cuando se inmoviliza. Así es posible descubrir en cada
una su particularidad que la libra de la indiferencia y posibilita la
arquitectura.
Como
vemos, ese turismo también es necesario, y si el viaje es algo que tiene
siempre mucho de lúdico y de apropiación, la geometría es un territorio digno
de visitar. Un turismo necesario para ver las cadencias ocultas bajo esos
incómodos signos gráficos, que no hacen sino distraer y representar
insuficientemente la potencias de la arquitectura.
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25 de noviembre de 2009
COMPLEJIDAD
La complejidad es un tema muy querido para toda una generación y aquí se nos muestra toda su trayectoria como concepto arquitectónico. Decir que la evolución de la arquitectura funcionalista ha degenerado en vacuos monstruos simétricos y que tras ella todo ha devenido en estilo, es mucho simplificar. Sin embargo, es de señalar como el dibujo continúa siendo el cordón umbilical que une al arquitecto con el mundo. Por medio de este lenguaje cifrado es posible hablar incluso de lo más intangible, del pensamiento arquitectónico y también de su historia.
La expresión escrita nos sobresatura a diario para explicar los procesos y los proyectos de arquitectura, y sin embargo, “nada que no merezca ser dibujado, merece ser explicado”, parecía ser la divisa también de la generación más descreída y pesimista incluso respecto a la propia arquitectura. Por eso esta lección dibujada de Leon Krier continúa siendo ejemplar.
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23 de noviembre de 2009
TIEMPO FORMADO
Cada
naturaleza, cada paisaje encierra un tiempo. La amplitud de las edades
geológicas y biológicas desbordan la capacidad de comprensión del hombre. Para
ello se emplea la arquitectura: igual que un marino usa un ancla.
Sin
embargo, el propio tiempo de la arquitectura es un tiempo premioso respecto al
del consumo, la electricidad, los medios de comunicación y la vida diaria. Esa
doble temporalidad es también compartida por algunas sustancias que aceleran
procesos en el campo de la biología. O que los pausan, casi como el retardo musical,
o como un relé. Esta duplicidad, donde lo tremendamente lento y lo veloz se
entretejen, forma un conglomerado capaz de representar la vida del hombre
respecto al universo.
La
arquitectura puede interpretar pianissimo el paisaje, la ciudad y
trasformarlos. Puede puntuar el tiempo y representarlo. Puede atraparlo y
detenerlo.
Así,
la arquitectura es tiempo formado.
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20 de noviembre de 2009
METAMORFOSIS
Como
bien saben los alquimistas, la metamorfosis es un arma capaz de producir
sustancias realmente preciosas. Solo es cuestión de aplicar paciencia y oficio
a materiales que otros encuentran despreciables.
Así,
hay trabajos, - como el de Enric Miralles al completo, mucho de Clorindo Testa
y de Daniel Fullaondo, y alguno de Libeskind -, que de tan cargados de
posibilidades resultan sorprendentes y productivos. Donde una mirada firme y
ortodoxa solo vería desconcierto, sus ojos son capaces de ver flotar esa carga
de posibilidades como una cualidad, como un tipo especial de metamorfosis que
hace que, de improviso, el giro inesperado de un dibujo descubra potencias que
antes no se percibían. Que hace que una fotografía ajena a la arquitectura
pueda convertirse en un recorrido. Y que posibilita que un texto pueda
trasmutarse en una distribución funcional con la sencillez con que un buen
jugador de ajedrez cambia el sentido de una partida con un simple golpe de
peón.
Cualquiera
sabe que cada planta se debe a una orientación correcta y que es un trabajo no
menor en cada proyecto encontrar la adecuada. Pero la sabiduría de esos
arquitectos está en mantener la mirada al acecho de la ocasión oportuna para
producir ese cambio de postura en el proyecto. Esos arquitectos enseñan al
resto a ver secciones en plantas, alzados en detalles constructivos, y
proyectos en los cuadros de Picasso, las manchas de una pared o el despiece de
una máquina de escribir.
Este
tipo de arquitectos son los responsables de hacernos ver el universo ampliado
de la arquitectura, y, como a dioses lares, se les debe tributo cada vez que se
descubren esas posibilidades en la realidad.
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18 de noviembre de 2009
LA MODESTIA DEL LADRILLO
El ladrillo es un material humilde, terco, paciente y
hermoso. Es pieza básica de la historia de la arquitectura y de las barricadas
y protestas ciudadanas.
Los hechos demuestran que no importan verdaderamente sus
dimensiones sino su condición de portabilidad. El ladrillo encierra en si algo
de la corporeidad del hombre que es capaz de manejarlo con una sola mano
gracias a un peso y unas dimensiones necesariamente equilibradas.
Cientos de aparejos posibles surgen cuando estos se conjugan
para formar un muro: todos hermosos, la
mayoría con el nombre de su lugar de procedencia. Tanto que muchos han llegado
a ser en algún instante casi banderas o himnos nacionales.
Ningún material como el ladrillo, gracias a su modesta
condición, expone tan marcadamente su dimensión ética, fruto de los sucesivos
usos y los procesos por los que ha ido renovándose: desde la artesanía
primitiva donde eran secados al sol, pasando por el proceso de cocción en hornos,
hasta ser hoy un sofisticado producto de la industria. Ese tránsito está
cargado de saltos y descubrimientos.
El ladrillo en tiempos antiguos recibía la marca impresa del
artesano que lo producía. De ese modo no solo era posible contabilizar la obra
ejecutada sino que se establecía una correspondencia entre material y obrero.
La historia de su honestidad como material corre paralela al añadido de
sustancias que lo colorean artificialmente. A nadie se le escapa que
“honestidad” y “humildad” son conceptos solo aplicables al ser humano. En
ningún material como el ladrillo se ha producido esta identificación tan
temprana y de modo tan persistente. Quetglas dice del monumento a Rosa de
Luxemburgo, de Mies van der Rohe, que allí los ladrillos son auténticos obreros,
formando violentos batallones ingrávidos.
Por el contrario en la casa de Muuratsalo, de Alvar Aalto,
además de ser un elogio a la ruina y al pasado, también los ladrillos son
pequeños grupos festivos. Como una comparsa en carnaval, cada pieza cerámica
subraya la pertenencia feliz a su propio grupo. Un elogio a la diferencia. Como
el desfile de atletas en una Olimpiada.
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16 de noviembre de 2009
ERRAR
En la intimidad del acto de proyectar deben tener natural
cabida los momentos para el error. Y en lo que respecta al aprendizaje, el
error es imprescindible. Salvar los escollos acrecienta la confianza. Cuando se
lograr hacer algo correctamente se deja de sentir el pánico que provoca. El
esfuerzo que ha transitado por el fracaso se ha probado que es más fácilmente
asimilado. Como se puede imaginar no se trata de un masoquismo triste y vacío
sino de un acto que contiene la misma alegría que está presente en el jugador y
el atleta en su entrenamiento.
Dar la bienvenida al error no implica que deba precipitarse,
a sabiendas de que todo proceso lo contiene y que una vez superado
desaparecerá, sino que se trata de una búsqueda de un tipo diferente. En
ocasiones sorprende al asalto, pero otras es provocado en el momento justo solo
para intentar lanzar el proyecto más allá. A veces es leve y solo se manifiesta
como un creciente titubeo, otras como un escollo insalvable que nos hace
replantear sus mismos fundamentos.
Como se ve, para el arquitecto el error apenas posee
connotaciones negativas. Errar y vagar, borrador y barrer en su etimología
comparten origen y hunden sus raíces en la palabra “radere” que significa,
tanto raspar y tachar, como limar y pulir. Convivir con él y aprovechar los
instantes en que el proyecto debe vagabundear, es una herramienta
extraordinaria para comprender las verdaderas interioridades de la generación
de la arquitectura.
Es seguramente gracias a la épica del error donde el
proyecto consigue asomarse a zonas que de otro modo siempre permanecen en la
oscuridad. Es gracias a la ventana abierta por el error por donde el proyecto
adquiere su porción de infinito.
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13 de noviembre de 2009
LO OBLICUO
No encontramos superficies
puramente horizontales en la naturaleza salvo la del agua. Resulta tan terrible
como fascinante esa tabula rasa que ofrecen los ríos tras el aluvión. En
las inundaciones, el territorio anegado nos descubre un paisaje sin suelo,
horizontal, puro, y la arquitectura flotando libre de referencias se
“objetualiza”.
El resto de las ocasiones al ser
humano se le ofrece necesaria la identidad del suelo oblicuo y la naturaleza.
Algunas veces escarpado e inaccesible, otras transitable y apto para ser
habitado. Sobre esas últimas la arquitectura ha desarrollado la mayor parte de
su tarea. El suelo oblicuo es el protagonista de la arquitectura egipcia y de los
grandes accesos procesionales de la arquitectura griega. El moderno “paseo
arquitectónico” de Le Corbusier es su visible depositario y su influencia ha
estado especialmente presente en el último cuarto del siglo XX.
El recorrido oblicuo es el que
realizan los niños en sus juegos, donde la incomodidad es suplantada por la
libertad en la elección del camino. Lo lúdico, lo joven y desprejuiciado de
esas superficies es observado en los trabajos de Parent y Virilio bien que en
un lugar tan inesperado como es la arquitectura defensiva de los bunker de la
segunda guerra mundial. Sus trabajos de los años 60 corren silenciosos, como
una corriente secreta, hasta el manantial que supone el influyente proyecto de
la Biblioteca de Jussieu de Rem Koolhaas, casi treinta años después.
Posteriormente tal vez la puesta en práctica más notable de las teorías
lúdico-oblicuas de Parent y Virilio se concentren en el Proyecto para la
terminal de Yokohama, donde el suelo es capaz de aparecer con su potencia para
configurar tanto los recorridos como el propio funcionamiento del edificio.
Por breve e incompleto, este
recorrido por lo oblicuo seguramente resulta deformado, pero es la base más
profunda desde donde entender algunas de las más importantes operaciones
formales de plegado, de las topografías artificiales y las deformaciones de
láminas y planos de cientos de proyectos de la arquitectura más reciente.
Hay tranquilas corrientes que
tardan en encontrar el hueco por donde manar, pero cuando afloran, pueden
llegar a provocar auténticas inundaciones.
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10 de noviembre de 2009
ELEVAR LA MIRADA
En la historia solo ciertos arquitectos se han hecho
necesarios. Junto con los que han logrado obras delicadas, brillantes o
memorables, también se hallan los que han hecho cambiar el enfoque de la
arquitectura y han iluminado zonas que hasta entonces se hallaban en tinieblas.
De los últimos, quizá alguna de sus producciones sean notables, pero su
dimensión como catalizadores de arquitectura las desborda. Tal es el caso de
Eisenman, Piranesi, Boullée, Serlio y Yona Friedman.
Es fácil vindicar hoy la figura de Friedman, tras la
popularidad y el resurgir de toda la metafísica situacionista. Grandes
exposiciones y fastos se han celebrado y hoy goza del reconocimiento que nunca
tuvo en el momento de su mayor esplendor intelectual. Hoy todas las utopías de
los años 70 quedan como símbolos perdidos y ni siquiera el trabajo de los metabolistas
ha logrado cosechar los éxitos soñados, - lo poco que resta del trabajo de
Kishō Kurokawa está siendo demolido sin contemplaciones- .
El peso de las propuestas de Friedman, y sus ciudades
verdaderamente tridimensionales, apelando en parte a las propuestas de
Hilberseimer y a la separación corbuseriana de las circulaciones, se constituye
aun en una visión arquitectónica de valor.
La realidad de sus ilustraciones encierran toda una poética,
no maquinal, de una ciudad cercana y posible. Sin embargo de todas las
aportaciones de la ciudad de Friedman, desde mi punto de vista, la más
importante se concentra en el colocar un techo a las ciudades existentes.
Ese techo y su altura son lo que aun hoy resulta tanto más excitante que la
nueva ciudad en sí. La sabiduría de su altura variable según los montajes,
permite hacer de zonas de París o Londres, auténticos salones, recibidores y
dormitorios urbanos, y a su vez, reinterpretar y rehacer sus existencias
esclerotizadas desde hace siglos.
Junto a eso, los amables dibujos, expresados con la
sencillez con que se hace un garabato en una servilleta de papel, no resultan
sobrecogedores ni apabullantes. No es una ciudad antipática ni alienante sino
una que pasa sobre lo existente como la sombra de los árboles lo hacen sobre un
parque. El garbo de la forma de expresión a pesar de la amplitud de su
desarrollo, no deja de sorprender y muestra a un arquitecto con una enorme
ambición, sobre todo, humanística.
Habitar las ciudades de Friedman significa hoy hacerlo sobre
la capacidad del arquitecto para soñar con otros mundos posibles. De ahí que su
legado permanezca para generaciones que han crecido bajo el exclusivo mandato
del material y la realidad, como una meta hacia los fines más altos a que la
arquitectura debe aspirar.
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6 de noviembre de 2009
CONJUNTO
Las obras de arquitectura forman un conjunto
abierto en el que cada nueva incorporación requiere recolocar las
existentes. El poder de la nueva obra de arquitectura para interpretar y por
tanto modificar las precedentes es sobrecogedor. Esa colección se reajusta y no
parece completarse sino que se crean afinidades y vínculos no exclusivamente
formales, sino también temporales, morfológicos, filogenéticos, sociales,
tipológicos… Consecuentemente ese conjunto también es un organismo acogedor y
abierto al por-venir.
Desde ese punto de vista, cada nueva obra es la
mejor interpretación de la arquitectura pasada, y el arquitecto, un auténtico
crítico, libre de la pedante literatura exegética. Pero con una responsabilidad
apabullante: y es la de no poderse permitir la ignorancia.
Conciente de esas potencias de la obra de la
arquitectura y su capacidad de cambiar el pasado, remitirnos a otras obras y
enlazarlas, el arquitecto podría darse por satisfecho si por medio de las suyas
alguien descubriese la grandeza de otras mayores.
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4 de noviembre de 2009
EL FIN DE LA ARQUITECTURA
El dibujo “el sexto orden o el fin de la
arquitectura”, de Leon Krier, se abre en dos direcciones opuestas.
El “sexto orden” es remitir la arquitectura a una
tradición en la que aun es posible hablar en términos de lenguaje. A los
órdenes clásicos, la arquitectura contemporánea debe aportar una propuesta que
les dote de continuidad. Y hablar de continuidad es hablar de tradición pero
también de una disciplina con posibilidades de futuro.
Por otro lado se nos muestra la deplorable
ejecución de un soporte, cuyo armado se oxida y retuerce, -cuando no aparece en
posiciones anormales-, cuyo encofrado realizado con restos irregulares de
madera obstaculiza su necesaria pulcritud, y cuya cimentación apenas
tiene sentido estructural. Lo cual es hablar a su vez, y sin tapujos, del “fin
de la arquitectura” entendida según Leon Krier, como el fin de la construcción.
El conjunto de la superposición de los dos
títulos es un mensaje cargado de ironía. Casi con el poder de una amarga
caricatura, como un espantapájaros de hormigón, el dibujo es capaz de descubrir
una realidad de la arquitectura bajo un palpable desencanto.
Por si fuera poco, esa ironía es capaz de
incardinar al mismo autor en un panorama concreto, convirtiendo el dibujo
también en una fiel autobiografía.
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