23 de marzo de 2025

LA LEYENDA DE LA ARQUITECTURA

Cuando solo está sobre planos, cuando solo es dibujo y sueños, la arquitectura necesita aclaración. Sobre todo cuando se aproxima tanto a la escala de lo enorme como a la del detalle constructivo. En recuadros apartados, aparece entonces una explicación que puede estar constituida por líneas gruesas de color rojo, negro o azul, trazos intermitentes, continuos o simples punteados, significando bordes de propiedad, riachuelos, líneas de ferrocarril o conductos. Igualmente, y en otras ocasiones, aparecen líneas que surgen de canalones o vidrios de un modo no mucho más sofisticado a como lo hacen los bocadillos de los cómics. Rayos que culminan en letreros descriptivos de la materia o de sus encuentros.
A veces, esas líneas de texto se arrinconan en una esquina del plano, como una especie de islas (igual que les sucede a las islas alejadas respecto a los mapas de algunos paises), en carátulas que se rellenan con un número que se refiere a otra parte del plano y que generalmente significa "carpintería de aluminio con rotura de puente térmico",  "enfoscado sobre muro de un pie de ladrillo perforado" o cosas no mucho más poéticas.
La leyenda del plano de arquitectura nos recuerda, con cierta humildad, que los dibujos son solo eso, dibujos. Y que, para hacernos entender, deben conducirnos a unos supuestos de significado  sujetos a perpetua interpretación.
Es precisamente en la superficie ocupada por la carátula, en las leyendas, donde puede descubrirse el aspecto más instrumental del plano como "sistema de representación". La leyenda, que por lo general resulta privada de poesía, en ocasiones alcanza cotas de expresividad que contradicen el rincón que suelen ocupar y se vuelven un poco como los apuntadores en las viejas obras de teatro, que soplan significado a las líneas. Con todo las leyendas raramente se vuelven expresivas pero, cuando así sucede, hacen hablar al plano como si estuviese habitado por los personajes de una obra coral.
When it only exists on paper, when it is still just drawings and dreams, architecture needs clarification. Especially when it approaches both the scale of the enormous and that of the construction detail. In small, isolated frames, explanations appear—sometimes made up of thick lines in red, black, or blue, continuous strokes, dashed lines, or simple dots—signifying property boundaries, streams, railway lines, or conduits. Similarly, and at other times, lines emerge from gutters or glass panes in a manner not much more sophisticated than the speech bubbles in comic strips—rays ending in descriptive labels about materials or how they meet.
Sometimes these lines of text retreat to a corner of the drawing, like islands (much like the distant islands that hover at the edges of maps of some countries), within boxes filled with numbers that refer to other parts of the plan. These usually indicate things like "aluminum carpentry with thermal break," "plastering over a one-foot perforated brick wall," or other descriptions not much more poetic.
The legend on an architectural drawing humbly reminds us that these are, after all, just drawings. And that, for us to understand them, they must lead us to meanings subject to perpetual interpretation.
It is precisely on the surface occupied by the legend box where the most instrumental aspect of the plan as a "representation system" can be found. The legend, generally stripped of any poetry, occasionally reaches levels of expressiveness that contradict the corner it typically occupies—becoming a bit like the prompters in old theater plays, whispering meaning to the lines. Yet, architectural legends rarely become expressive. But when they do, they make the drawing speak as if it were inhabited by the characters of a choral performance.  

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