7 de julio de 2024

ESCALERA EN UN METRO CUADRADO

Si la arquitectura ha tenido a lo largo de su historia momentos de pura exploración de los límites de la enormidad (la torre más alta o el edificio más grande del mundo), pocas son las ocasiones en que esa búsqueda se ha producido en dirección contraria. La motivación por hacer algo lo más pequeño posible ha sido habitualmente fruto de la pura racanería. O de las crueles condiciones del mercado. Una casa de quince metros se publicita como un logro imbatible, cuando en realidad no es otra cosa que un cuchitril que se ofrece a los ojos lo más limpio y tecnificado posible. En esta carrera por el ahorro, uno de los objetos de odio ancestral es la escalera, debido a la enorme cantidad de espacio que consume. Blasfemia que las compañías de ascensores, por cierto, han explotado desde siempre como un negocio lucrativo y poco ecológico. La lucha por hacer que las casas pudiesen tener escaleras económicas desde el punto de vista de la ocupación, ha hecho despegar el ingenio de proyectistas, especialmente desde el siglo pasado. En esa línea se ha explorado la ingeniería de los materiales, la geometría, los procesos industriales de fabricación y las normativas como las mismas energías, talento e inventiva que la inmersión a las simas abisales o la propulsión en la ciencia astronáutica.
En este afán reductor, la escalera de menos de un metro cuadrado supone uno de los últimos unicornios. Si bien las escaleras de pates, las compensadas, las de tijera o las de barco han resuelto desde antiguo el problema del espacio, no resulta admisible hacer subir de un piso a otro a un ser humano de una edad que no sea la adolescencia por tan empinados lugares. Hoy ya existen escaleras de caracol que ha inclinado el eje y con ello han ganado espacio en su recorrido y multiplicado sus millones en ventas. Las hay que han compensado tanto sus peldaños que se han vuelto delicados instrumentos de tortura. Existen escaleras que han aligerado su peso hasta poderse trasladar como un sillón no muy pesado.
Como los récords olímpicos de triple salto o lanzamiento de martillo, el futuro nos deparará una escalera en medio metro cuadrado... Nadie lo duce. Nada hay que detenga la lucha por el record. Aunque la solución final pase por encoger a los habitantes...
If architecture has historically had moments of pure exploration of the limits of enormity (the tallest tower or the largest building in the world), there have been few occasions when that pursuit has gone in the opposite direction. The motivation to make something as small as possible has usually been the result of sheer stinginess or the harsh conditions of the market. A fifteen-square-meter house is advertised as an unbeatable achievement when, in reality, it’s nothing more than a hovel made to look as clean and high-tech as possible. In this race for savings, one of the age-old objects of disdain is the staircase, due to the vast amount of space it consumes. Blasphemy that elevator companies, incidentally, have always exploited as a lucrative and not very eco-friendly business. The struggle to make houses with space-efficient stairs has sparked the ingenuity of designers, especially since the last century. In this vein, the engineering of materials, geometry, industrial manufacturing processes, and regulations have been explored with the same energy, talent, and inventiveness as deep-sea diving or advancements in astronautical science.
In this reductive quest, the staircase of less than one square meter is one of the last unicorns. While paddle stairs, offset stairs, folding stairs, or ship ladders have long solved the space problem, it is unacceptable to make anyone beyond adolescence climb such steep places. Today, spiral staircases with inclined axes have gained space and multiplied sales. Some have balanced their steps so much that they've become delicate instruments of torture. There are staircases light enough to be moved like a not-too-heavy chair.
Like Olympic records in triple jump or hammer throw, the future will bring us a staircase within half a square meter... No one doubts it. Nothing will stop the quest for the record, even if the final solution involves shrinking the inhabitants...

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