2 de enero de 2023

LOS COMIENZOS DE LA ARQUITECTURA


El año nuevo duele más que el fin del año. No solo por la resaca. Ni la marcha Radetzky dulcifica la incertidumbre de un estreno incierto. La frase, "los comienzos no son nunca fáciles" se ha convertido en un lugar común para consolar a quienes vemos sufrir tras un principio fracasado. Cada parto es con dolor (ni la teología es capaz de explicar la Divina epidural que libró a la Virgen María de sus dolores de parto). El comienzo de la creatividad literaria ante la página vacía resulta un abismo tan blanco y peligroso como Moby Dick... 
Del mismo modo, la arquitectura se retuerce antes de ver la luz como un niño que siempre viene de nalgas. Su doloroso nacimiento es, además, por etapas. Lo cual añade un sufrimiento que resulta poco reconocido. Por mucho que sea siempre celebratorio, el momento de "la entrega de la obra" y de "la entrega de llaves" esconden un nacimiento en el que siempre hay sangre de por medio. Hay quien olvida incluso, que antes había sido necesaria, "la entrega" del arquitecto. (La ambigüedad de la palabra entrega juega aquí su doble función: entregar es dar y es darse). 
La botadura de un barco se celebra a botellazo limpio. La de la arquitectura con la colocación de un felpudo y la instalación de unas cortinas. El contraste de la imagen resulta esclarecedor. La arquitectura comienza su andadura sufriendo taladros para colgar cuadros y una cruenta sobrecarga de sillones. Comparado con el dolor soportado al comienzo de año, con sus comidas, empachos y suegras, el de la arquitectura y sus comienzos deja esto como una llevadera anécdota. 
Mejor, pues, no quejarse del año nuevo. Que para pobres comienzos, los de la arquitectura. 

Te deseo, acompañante de los muy diferentes principios posibles de la arquitectura, un feliz año nuevo.

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