30 de noviembre de 2020

SE DIBUJA EN HORIZONTAL

 

He tardado más de veinte años en entender lo que significaba un texto de Alvar Aalto llamado “La mesa blanca”. No escribió demasiado Aalto, la verdad, y además sus textos no es que fuesen especialmente iluminadores (al menos en comparación con lo que lo es su obra). Otro era el de “la trucha y el torrente de la montaña”. En fin. No es que fueran precisamente tratados de metafísica. En ese texto sobre la mesa blanca relataba una vivencia infantil nada especial: el correteo bajo las patas de una inmenso tablero empleado por en el despacho de su padre, ingeniero, donde se trazaban inmensos planos de territorios aún más inmensos. Tonto de mi. Se me pasó durante demasiado tiempo el profundo significado de ese tablero. 
Se dibuja en horizontal
Esa horizontalidad intrínseca del dibujo repercute en el proyectar pero sobre todo resulta consustancial a este acto y a esta profesión. Walter Benjamin en un texto muy poco valorado, dice que el dibujar tiene un enraizamiento mítico en esa superficie. (Una superficie también compartida por el escribir). Sin embargo la pintura se trae al mundo y se exhibe en vertical y hunde sus orígenes en la misma frontalidad corporal de quien la realiza. Lascaux o las Meninas son ejemplos memorables de ese “tú” que representa la pintura como ser erguido. Mientras que el dibujo, por mucho que los de Rembrandt o Leonardo aguanten dignamente esa postura, requieren de la ontológica presencia del horizonte. (Por eso resulta tan tiernamente ridículo el ver colgados los dibujos de los niños sobre una pared) 
Todo esto, que podrían ser elucubraciones de un simple lunes, tiene directas repercusiones en el modo en que se entiende la arquitectura y su modo de proceder. Se proyecta en horizontal y debe hacerse sabiendo que eso implica hacerlo de abajo hacia arriba y por acumulación. Que el arquitecto hace sagradas rayuelas. Y que eso implica un inevitable dolor de riñones.
Por eso conviene cuidarse mucho de encontrarse con esos arquitectos que proyectan en vertical. Ni más ni menos porque son unos pintamonas. Frente a esos, está Aalto para recordarnos que ser un arquitecto implica hacer de esa mesa algo cada vez mayor: “La mesa blanca de mi niñez era grande; ha continuado creciendo y sobre ella he realizado el trabajo de mi vida”…

6 comentarios:

Néstor Casanova Berna dijo...

Estupendo artículo. Lo recomiendo en mi blog personal.
Saludos desde Montevideo

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por tu lectura y tu recomendación, Néstor. Un saludo!

Lucía Bravo dijo...

Los edificios se diseñan sobre un plano horizontal porque así es como se dibuja mejor a mano. Eso es una verdad como un templo y no va a haber tecnología que lo cambie.

Sin embargo, es verdad que los ordenadores han traído muchas mejoras. Entre ellas, nos evitan tener que tirarnos en el suelo a dibujar sobre sábanas enormes como en la foto. Y eso es una suerte.

Admiro a muchos arquitectos de generaciones anteriores por su obra. Y después de ver la imagen de este post los voy a idolatrar aún más. Yo no puedo ni tumbarme cinco minutos a leer un libro en la playa como para estar dibujando en esa postura durante horas.

Santiago de Molina dijo...

Se trata de una admiración compartida. Muchas gracias por tu lectura y tu comentario, Lucía.
Y felicidades por tu santo con un día de retraso.
Saludos
Santiago

Juan Manuel Fernández Alonso dijo...

Que difícil es para mí, educado en ese y tablero horizontal, ver proyectar a mi hija en la pantalla vertical, tan a menudo sin el intermedio del borrador en papel, con innumerables zooms que dificultan entender la medida de lo dibujado. Pero los buenos resultados llegan. Adaptación y nostalgia de la mano. Gracias Santiago

Santiago de Molina dijo...

Hola Juan Manuel,
Gracias por tu lectura. Al final lo difícil es dibujar desde en la punta de la línea. Introducirse en ese extremo y dibujar desde dentro. Un abrazo!