Aquel interesado en el difícil arte de la arquitectura sabe bien de las dificultades de hacer una
habitación. Una verdadera habitación. (Porque habitaciones que lo parecen y no lo son, eso puede hacerlo cualquiera).
Una
habitación es mucho más que un vulgar rectángulo formado por
cuatro paredes, un suelo y un techo. Una habitación es un continente. En su doble sentido: es un receptáculo de la vida y un territorio completo, con sus climas, estructuras y geopolítica propia. Por eso aquel que sabe hacer una habitación está en condiciones de hacer más que una habitación, está en condiciones de hacer un edificio, una ciudad y cosas mayores.
Existe una dificultada añadida: "hacer una habitación" requiere de energías que no pueden ser aportadas, en exclusiva, por el arquitecto o por el habitante. La
habitación es un lugar intermedio entre ambos. Se nutre de dos universos imaginativos y de los objetos que contiene. Así pues, es un lugar de encuentro y de cesión. Es un lugar intermedio, que no está formado por un listado de propiedades, paredes o cuerpos sino que es precisamente lo que los mantiene unidos.
Es, además, un espacio incompleto, está perpetuamente "por hacer". El hacer la habitación es una operación que afecta al espacio y al habitante recíprocamente, y lo hace en el tiempo. Las habitaciones se tejen y destejen como quien hace una bufanda o un jersey imperfecto: con hilos invisibles que cosen su contenido (y que se proyectan hacia otras habitaciones).
Por eso cuando aparece una habitación, y la reconocemos, se produce algo semejante a una pequeña epifanía. Juliaan Lampens, en la casa van Wassenhove nos descubrió además que una habitación, es en esencia y en su profundidad psicológica,
redonda.
Como un nido en un árbol. Que diría Bachelard.
2 comentarios:
Has escrito:
"Una habitación es mucho más que un vulgar rectángulo formado por cuatro paredes, un suelo y un techo. Una habitación es un continente. En su doble sentido: es un receptáculo de la vida y un territorio completo, con sus climas, estructuras y geopolítica propia. Por eso aquel que sabe hacer una habitación está en condiciones de hacer más que una habitación, está en condiciones de hacer un edificio, una ciudad y cosas mayores.
Existe una dificultada añadida: "hacer una habitación" requiere de energías que no pueden ser aportadas, en exclusiva, por el arquitecto o por el habitante. La habitación es un lugar intermedio entre ambos. Se nutre de dos universos imaginativos y de los objetos que contiene. Así pues, es un lugar de encuentro y de cesión. Es un lugar intermedio, que no está formado por un listado de propiedades, paredes o cuerpos sino que es precisamente lo que los mantiene unidos."
Esta es una gran idea que clama ser cuidadosamente rumiada. Desde ya, la citaré y comentaré en mi blog, aparte de recomendar tu artículo completo. Felicitaciones.
Saludos cordiales desde Montevideo.
Muchas gracias por tu cuidadosa lectura y tu amabilidad, Néstor.
Un saludo cordial
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