“Hay una inmensa diferencia entre ver una cosa sin el lápiz en la mano y
dibujándola.
O más bien son dos cosas muy diferentes las que se ven”, dice Valéry. En realidad las cosas son diferentes precisamente cuando se miran
a través de un
lápiz.
Sabemos que incluso el objeto más familiar se vuelve otro cuando se dedica uno a dibujarlo. Sin embargo
el mirar a través del lápiz es como mirar
a través de las cosas. Ese ya es buen motivo para emplear el dibujo aunque sea como una metáfora de una forma de apropiación de la realidad concentrada. Desde luego mirar cómo se dibuja es un modo de hacerse inmune a la velocidad contemporánea.
Dibujar para ver implica, en primera instancia, querer ver.
El mirar deliberadamente importa porque consigue desentrañar, desvelar y seleccionar lo importante de lo superfluo. Mirar
a través del
dibujo es, por tanto, destilar la
mirada.
Por eso me gusta tanto este dibujo de Leonardo. Es el de alguien que mira concentrado y emplea
el dibujo para ver lo invisible. Para ralentizarlo. A primera vista es una más de sus páginas delicadamente trazadas, un estudio sobre los fluidos y sus vórtices y fuerzas. Pero la interferencia de esos volúmenes en el agua se vuelve metáfora del mirar. Vemos el agua por el obstáculo injertado en su corriente. Igual, exactamente igual, que sucede con un
lapicero y el fluido de la mirada.
Es, pues, un retrato de una forma de mirar. No es ni siquiera
un dibujo de Leonardo sino de un mirar específico. Si somos capaces de distinguir inmediatamente una radiografía por su forma, este dibujo de Leonardo es el del propio lapicero dibujándonos. El lapicero ve. Porque el lápiz es una máquina perfecta para la mirada, para mirarnos. Mucho mejor que unas gafas, una lupa y un microscopio. O un espejo.
2 comentarios:
Una delicadeza, tienes razón Santi.
Tanto como lo que escribes/ describes con tu lápiz en esta y cada una de las múltiples entradas de este blog.
Delicadeza e inspiración. Gracias
Queda usted nombrada embajadora mundial. O ministra, de Múltiples!
Muchas gracias por tu lectura, Chuss!
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