29 de febrero de 2016

COMUNICAR HABITACIONES: EL PASILLO


Debemos al pasillo y a la enfilade dos de las formas de comunicar seres humanos más sofisticadas que ha dado la arquitectura a la civilización occidental: dos modos de colocar puertas entre estancias que esconden dos momentos históricos, pero también dos formas de relacionarse.
Del pasillo, triunfante modo de comunicación de la modernidad funcionalista, podemos decir que tiene su origen no en la voluntad de unir estancias con una circulación compartida, sino de separarlas para facilitar la privacidad y discriminar la circulación. El pasillo, de hecho, tiene su origen en el esfuerzo para evitar la interferencia entre los señores de una casa y su servicio (1). Una paradoja ésta, la de separar en lugar de comunicar, que aún hoy sigue siendo una poderosa fuente de posibilidades.
Quizás sea una obviedad decir que el pasillo es una habitación cuya función principal es la de contener puertas. Puede incluso que por ser tan poca cosa sean espacios despreciados: hasta el mismo nombre “pasillo” ha perdido su carácter nominal para pasar a ser un adjetivo despectivo si se asocia a otras estancias. Basta pensar que cuando alguien quiere insultar a alguna otra habitación con su estrechez se dice que se trata de una cocina-pasillo o de un dormitorio-pasillo. El mercado inmobiliario es reacio a computar al pasillo como superficie eficaz de la casa porque los habitantes se niegan, con razón, a gastar sus ahorros en habitaciones sin un uso serio como son esas otras del salón, la cocina o los baños. Tal vez por ese poco aprecio, el pasillo suele guardar buena relación con un espacio generalmente también ultrajado, pero donde la casa se juega mucho de su ser: la entrada, el vestíbulo. Allí, cercano al acceso de la arquitectura, nacen miles de pasillos por todo el mundo, como miles de ríos nacen de un manantial inagotable.
El pasillo es, por tanto, una auténtica máquina de escupir puertas, es un almacén de puertas, que son los únicos muebles, los únicos objetos móviles de esos tubos. Sin embargo si se diseña con atención un pasillo puede llegar a poseer una dignidad superior: puede ser la media habitación de más que completa la vida de la casa, sea como tendedero, espacio de carreras infantiles o biblioteca. O como aspiraba Jose Antonio Coderch de los suyos, pueden llegar a ser salones.
El pasillo destronó progresivamente a la enfilade cuando el sistema social de relaciones que lo sustentaba se vino abajo progresivamente hasta el siglo XIX. Desde entonces parece que no hay posible vuelta atrás. La hegemonía del pasillo es hoy tan incuestionable, como dudosos los motivos que lo mantienen…

(1) Para adentrarse en la magnífica historia de los pasillos cabe recomendar el relato del historiador y arquitecto Robin Evans, “Figures, Doors and Passages”, en Architectural Design, vol. 48, 4 abril de 1978. (Ahora en Evans. Traducciones. Valencia: Editorial Pre-Textos, 2005).

12 comentarios:

Unknown dijo...

Como carpintero he instalado muchas puertas. Me gusta colocarlas y encontrar mi objetivo en la perfección de olguras y cortes. Jamás me habia planteado, como carpintero, que una puerta sirviera para otra cosa que no fuera bloquear el paso. Sus palabras estan en otra dimensión. Son inspiradoras, pués son la puerta que hay que atraveasar antes de entrar en el diseño del pasillo.
Gracias por este artículo.

Santiago de Molina dijo...

No sabes lo mucho que me alegra ver que alguien especialista en puertas pueda ver algo en lo escrito que no había pensado. Gracias de verdad, Carlos Miguel.
Saludos!

Edson Mahfuz dijo...

Si me permite, me gustaria ampliar su referéncia bibliográfica con el excelente libro Plan Poché, de Raúl Castellanos, publicado por la Fundación Caja de Arquitectos. En el se tiene una história del pasillo, desarrollada a lo largo de vários siglos.

eladio dijo...

Simplemente gracias Santiago,
desde Suiza te sigo leyendo con mucho cariño.

Llevo varios años dedicandome a hacer estudios de viviendas (siempre tratando de minimizar los costes, como aquí es tradición entre los actuales inversores...) y los pasillos siempre son un gran tabú. Comparto contigo y trato siempre de realizar distribuidores no tan sólo dignos, pero tambien dignificantes.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Gracias Santiago por tu entrada me ha encantado, me ha hecho reír y reflexionar sobre el pasillo de manera positiva. Me has embaucaste con la foto del cine, qué pasillo tan diferente, por su forma, por su función..
Gracias de nuevo y un saludo

Santiago de Molina dijo...

Estimado Edson,

Muchas gracias por la referencia. Seguro que estupenda. La buscaré. Un saludo cordial

Santiago de Molina dijo...

Querido Eladio,

Me alegra saber de ti. Mucha suerte con esos distribuidores. Siempre importantes pero que siempre se tratan de reducir más allá de lo razonable.

Un abrazo

Santiago de Molina dijo...

Gracias por dejarte embaucar. Saludos!

Jorge Antonio dijo...

Excelente Muchas Gracias

Santiago de Molina dijo...

Muy agradecido Jorge Antonio!

Juany dijo...

Años más tarde veo está publicación, simple pero inspiradora. He dejado un gran pasillo, por restricción/ necesidad, pero le he dejado un ancho superior para resignificarlo. Ahora veo debe ser un ambiente más de encuentro más que de separación.

Santiago de Molina dijo...

Muy agaqadecido por tu lectura Juany.
Un saludo cordial