28 de julio de 2014

CONTACTO FÍSICO


Pasar la mano por la arquitectura, como acariciar a un animal agazapado y expectante, hace percibir esa doble materialidad de que está compuesta.
Tras el paso por la puerta ese tal vez sea el único lugar dispuesto para la mano y sus caricias de todo edificio. Interruptores, manivelas y pomos de puertas y ventanas no son lugares donde se concentre igual intensidad. En verdad, el lomo del animal de la arquitectura se arquea en los pasamanos.
Aquí, como también en otras ocasiones, la caricia se detiene en el paso al siguiente tramo de escaleras y se descubre la falta de continuidad y la sección de la pieza queda expuesta. Como desnuda. Y se ven allí los grosores de la sección y el fondo, y como ha sido construida. Justo en ese instante, dejamos de tocar la arquitectura hasta que la vista nos guía hasta el siguiente tramo, donde se cambia de materia, ahora más cálida y menos hostil aunque de la misma dimensión. De acero a madera.
Todo ha consistido en una caricia fugaz. Sin embargo en el pasamanos, como en las escaleras de un modo menos visible, existe un acuerdo entre un cuerpo ausente del habitante y la arquitectura. El pasamanos es un lugar de encuentro, de contacto físico, entre el mobiliario y el recipiente general de la arquitectura. Del pasamanos hacemos depender la seguridad del habitante al cambiar de piso, pero también si el seno de la arquitectura que recorremos se ofrece a nosotros dura, hostil, o amable.
El pasamanos es una verdad tangible que no se percibe estáticamente sino en movimiento. Un pasamanos implica un cuerpo dinámico. También una mente que lo diseña sabiendo que se trata de un detalle que siempre se resiste. Es siempre el detalle difícil. Y a veces crucial.
Por ello es símbolo de todo buen “barandillero”.

PE: Con este escrito de hoy celebramos 400 entradas en este espacio. Gracias a todos por vuestro cariño y paciencia en este tiempo. Gracias por vuestra lectura.

4 comentarios:

ChusdB dijo...

Felicidades por estas 400 entradas! Y felicidades también por esta entrada tan sensual ! Es preciosa. (Ahora que justamente estoy en el diseño de una de ellas ...)

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias ChusdB!! por tu lectura y constancia. Y a por esa barandilla!!!. Un abrazo

Anónimo dijo...

Qué importante (y qué difícil) es el diseño de un buen pasamanos... La capacidad de convertir simples elementos funcionales en Arquitectura desde luego no está al alcance de todos... Nunca olvidaré mi visita al Guggenheim NY. Después de realizar una concienzuda visita por todo el museo, acabé en el nivel más alto asomado sobre el vacío central. Casi sin darme cuenta, me encontré descendiendo la rampa mientras deslizaba la palma de mi mano por el suave peto. No podía apartar la mirada de las infinitas perspectivas que iba descubriendo a mi alrededor, aunque tampoco necesitaba hacerlo, porque el peto me guiaba cual lazarillo. Un punto de contacto con el mundo real mientras la mente viajaba. No había necesidad de pasamanos elaborados, un suave lomo infinito daría una experiencia más intensa, más en contacto con la construcción del edificio, con el espesor de sus paramentos, con el frescor de sus acabados. Llegué hasta el final de la rampa sin despegar la mano del peto y cuando finalmente la aparté se me quedó como vacía, como si me hubiera desconectado del edificio.
Inolvidable.
Muchas felicidades por las 400 entradas!!

Santiago de Molina dijo...

Muchas gracias por tu referencia a ese pasamanos invisible de Wright, Ángel.
Y gracias por tu lectura siempre provechosa para todos.
(Y por tus felicitaciones). Un saludo afectuoso