7 de octubre de 2013
LA DISTANCIA DE LA ARQUITECTURA
Sobre la isla de Utterö, en un peñasco poco más grande que un huerto del archipiélago de Estocolmo, Sigurd Lewerentz erigió la tumba Bergen el año 1929. La intención del arquitecto sueco pasaba por la sacralización de ese insignificante terreno y dotarlo de algo del simbolismo necesario para hacer de el un lugar memorable. Empleó como únicos elementos para lograrlo, un camino, una lápida, un asiento y una cruz.
Desde el embarcadero nacía un sendero que se adentraba en línea recta hasta el interior y que se interrumpe como se interrumpe una vida. En un claro entre los abetos y álamos, colocó una lápida de piedra. La proximidad de la tumba al camino provee de un momento de silencio, de pie. Más lejos pensó en un banco pequeño y rudo del mismo material que la losa, dispuesto a una distancia extraordinaria, casi lejana. Incómoda.
Tal vez por eso la separación que aparecía entre tumba y banco en el plano de Lewerentz hoy se ha perdido, aproximada por el tiempo o las circunstancias. Apenas es posible ya reconocer siquiera el sendero de piedra.
Sin embargo ese punto que supone la tumba, ese sumidero y centro, construía su carácter sagrado más que por su geometría o su forma, por esas distancias precisas al banco y al camino, como si la arquitectura fuese allí, antes de nada, un arte de la distancia exacta.
Gracias a una distancia recorrida hasta al tumba se reconfigura el perímetro de la isla. Gracias a una distancia precisa tenía sentido una cruz, clavada como una estaca sobre un pequeño resalto a la espalda del banco y que hacía las veces de contra-punto a la losa horizontal. Esas distancias reclamaban un tipo de atención sorda más allá de lo que impone la forma, la materia y la métrica de los propios objetos. Esas distancias construyen límites sin nombrar sus perímetros.
Sobre el plano de Lewerentz, dibujada en el interior de la propia isla, aparecía otra cruz, que con sus brazos abiertos hacia los puntos cardinales permanecía señalando una última distancia a considerar: la del norte inalcanzable.
Puede que todo proyecto deba contener todas ellas.
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12 comentarios:
Esa rosa de los vientos como símbolo del Ocaso... marcando dos Oestes: O y W...
Muy bien visto! Gracias por tu comentario.
Saludos
Es un falso juego... Este en sueco en Öster.
¡¡Gracias Santiago por tus investigaciones poéticas!!
Ya se veía venir... jajaja. Aun así me gusta el doble ocaso. ¡¡Muchas gracias, igualmente!!.
"Puede que todo proyecto deba contener todas ellas."
Grandes palabras.
Hay que practicarlas!!
Gracias por el comentario!!
Si hay algo que me gusta de tu blog es cómo describes los proyectos Esta vez una de tus Múltiples Estrategias de Arquitectura ha sido utilizar la Distancia para "acercarnos a ella" en el sentido más íntimo y ancestral gracias a la descripción del proyecto de un cementerio, última morada (refugio) de un hombre....¡ Y el acierto de sus títulos: la distancia -que bien narrada y explicada hace a la arquitectura próxima y cercana- !. Me encanta leerte, no es la primera vez que lo digo.
Muchas gracias, Chus!!
Por tu amabilidad sin fin y por leer con tan buenos ojos.
La distancia entre las cosas es algo que pone en valor cada una, pero solo si es la precisa. Saber esto a mi me ha llevado 20 años.
Un abrazo y gracias de nuevo
8 de octubre de 2013 09:25
En este trabajo se puede oler la precisión, el sosiego, la calma, la paz. Solo puede decir que sería un sitio maravilloso en el que reposar al final del camino.
Un saludo
Gracias por verlo con esa tranquilidad, David!
Saludos!
Maravillosa entrada. Hermoso proyecto. No lo conocía, muchas gracias!!
Carlos Sini en "El encanto del ritmo", habla de esa medida, de esa distancia en la que experimentamos tal encanto. Es una hermosura, poder sentir el tiempo de esa manera.
Un abrazo! Enhorabuena!!
Muchas gracias por tu amabilidad y por la referencia Lucas. Un saludo!
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