Las plantas de Barragán "no son un dechado de habilidad". Buendía Júlbez, estudioso de su obra dice que esa evidente y general torpeza se debe a sus antecedentes como ingeniero. Álvaro Siza ha aludido a su especial “veneno” y a la “perennidad”, como si Barragán estuviese destinado a estar siempre pasado de moda, es decir, a pertenecer desde siempre a la rara categoría de lo clásico. Ruiz Barbarín ha dicho que su obra debería verse en blanco y negro para librarla de lo anecdótico y atender sin prejuicios a su trasfondo. Y puestos a ampliar esa observación sobre su pintoresquismo, creo que en Barragán prima más el “olor” que el “color”. Porque todo en su arquitectura "huele": cada estancia recibe el olor combinado de las maderas de suelos, peldaños, muebles o estructura, y así, cada una de sus habitaciones está ya habitada antes de existir habitante alguno.
14 de enero de 2013
LUIS BARRAGÁN Y LA INGENIERÍA HIDRÁULICA
Apabullado ante una ávida visita de estudiantes, a un Barragán ya anciano se le escuchó defenderse: “No busquen lo que yo hago, vean lo que yo vi”. Y es que Luis Barragán repentinamente alcanzó una altura mítica que además de premios, exposiciones y visitas inoportunas, arrasó con la posibilidad de tener genios en la arquitectura mejicana por generaciones. Incluyendo a Legorreta.
Su especialidad como ingeniero, él decía hidráulico, y los posteriores estudios para alcanzar a "corregirse como arquitecto", sus devaneos inmobiliario-racionalistas y esa especial velocidad en la formación de su mito, hacen de él y su obra un campo abonado para la leyenda.
Amigo de Gio Ponti y de Philip Johnson, -al primero debe el calificativo de maestro antes de serlo y al segundo el premio Pritzker-, podría hablarse de su catolicismo, de la influencia recibida de la Alhambra, de su colaboración en el Salk Institute con Louis Kahn, o de mil otras anécdotas tal vez sólo relacionadas con lo insustancial. Como si de esas historias colgasen las pistas de las que emana la grandeza de una obra de modestos muros, tapial y agua.
Sin embargo no deberían obviarse, por encima de todo ese anecdotario, tres aspectos decisivos para entender su obra: primero, la especial asociación que logró establecer entre lo público y el paisaje. Como si para él hubiese una frontera mágica donde el exterior, sea eso el clima, las vistas, la tierra o la historia, pertenecieran al conjunto de la humanidad. Y bastan en este sentido los jardines del Pedregal o la fuente de los Amantes para comprender como la simple disposición de los elementos básicos de la arquitectura logran ordenar una porción de naturaleza destinada a todos y cada uno de los hombres, de manera ecuménica.
En segundo lugar, como consiguió impregnar toda su arquitectura de un profundo sentido religioso. Un recorrido por la cuadra de San Cristóbal, la casa Gilardi o la suya propia, por no nombrar el convento de las Capuchinas, es suficiente para percibir una serenidad ansiosa por trascender no solo la arquitectura sino al mismo habitante, sean estos monjas o caballos.
Por último, y más sorprendente en manos de un ingeniero, el empleo sin tapujos de la palabra poesía a la hora de hablar de su propio trabajo. Al recibir el premio Prizker dijo: “De la mayoría de las publicaciones de arquitectura y de la prensa diaria han desaparecido las palabras belleza, poesía, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento. Las palabras serenidad, silencio, misterio, asombro, hechizo. Todas ellas muy queridas para mi. Por eso pienso que en mi se premia a quienes aman y persiguen esas hermosas palabras y la realidad que ellas reflejan”. Curiosamente para lograrlo prescindió de la modernidad del acero, el vidrio y el hormigón, y dedicó sus calmadas fuerzas a lograrlo con materiales de otro tiempo.
Las plantas de Barragán "no son un dechado de habilidad". Buendía Júlbez, estudioso de su obra dice que esa evidente y general torpeza se debe a sus antecedentes como ingeniero. Álvaro Siza ha aludido a su especial “veneno” y a la “perennidad”, como si Barragán estuviese destinado a estar siempre pasado de moda, es decir, a pertenecer desde siempre a la rara categoría de lo clásico. Ruiz Barbarín ha dicho que su obra debería verse en blanco y negro para librarla de lo anecdótico y atender sin prejuicios a su trasfondo. Y puestos a ampliar esa observación sobre su pintoresquismo, creo que en Barragán prima más el “olor” que el “color”. Porque todo en su arquitectura "huele": cada estancia recibe el olor combinado de las maderas de suelos, peldaños, muebles o estructura, y así, cada una de sus habitaciones está ya habitada antes de existir habitante alguno.
Las plantas de Barragán "no son un dechado de habilidad". Buendía Júlbez, estudioso de su obra dice que esa evidente y general torpeza se debe a sus antecedentes como ingeniero. Álvaro Siza ha aludido a su especial “veneno” y a la “perennidad”, como si Barragán estuviese destinado a estar siempre pasado de moda, es decir, a pertenecer desde siempre a la rara categoría de lo clásico. Ruiz Barbarín ha dicho que su obra debería verse en blanco y negro para librarla de lo anecdótico y atender sin prejuicios a su trasfondo. Y puestos a ampliar esa observación sobre su pintoresquismo, creo que en Barragán prima más el “olor” que el “color”. Porque todo en su arquitectura "huele": cada estancia recibe el olor combinado de las maderas de suelos, peldaños, muebles o estructura, y así, cada una de sus habitaciones está ya habitada antes de existir habitante alguno.
A nadie se le escapa que hablar de esa extraña habitabilidad puede que resulte aun más extraño para un ingeniero. O puede que para Barragán la hidráulica fuese, a fin de cuentas, una ciencia redentora. Si así fuese, gloria a esa ciencia capaz de dar cabida a la belleza y a lo intemporal.
Etiquetas:
PERSONAJES,
PROFESION,
SENCILLEZ
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
10 comentarios:
"Su especialidad como ingeniero, él decía hidráulico, y los posteriores estudios para alcanzar a corregirse como arquitecto"
No sabía que los ingenieros necesitaran ser corregidos. Tal vez un término un poco despectivo para los profesionales que suelen dar vida a las fantasías de los arquitectos, ¿no?.
Hola Jorge,
Es una manera de expresarse dura, pero lo empleó Luis Barragán para hablar sobre si mismo. Seguramente le faltan las comillas para evitar equívocos y que no se piense que es mi opinión.
La ironía de Barragán es que la ingeniería hidráulica es una especialidad de la que presumía con igual sorna, ya que en realidad era un apasionado de poner fuentes y agua en sus mravillosas obras.
Por otro lado, la arquitectura como una disciplina que necesita recibir vida, sea por parte de la ingeniería o de la fantasía de nadie, incluidos los arquitectos, es una visión frente a la que uno se resiste a enteder una profesión destinada al servicio de la sociedad y sus habitantes.
Un saludo y gracias por tu interesante comentario.
"...más sorprendente en manos de un ingeniero, el empleo sin tapujos de la palabra poesía a la hora de hablar de su propio trabajo."
"Buendía Júlbez, estudioso de su obra dice que esa evidente y general torpeza se debe a sus antecedentes como ingeniero."
Ay, ay, ay...
Gracias por compartir tu opinión, Manolo.
No hay ni pizca de elegancia en sus plantas. Y lo digo en el mismo sentido que una jugada de ajedrez o una demostración matemática lo son. Y sin embargo...
"gloria a esa ciencia capaz de dar cabida a la belleza y a lo intemporal".
Si sirve para dar a conocer la obra de Barragan, todo desacuerdo es una bendición!!
Muy bueno Santiago,
La arquitectura de Luís Barragán es bella, serena, sublime, misteriosa,... y tantas más cosas. Fuere como fuese, su aportación como hidraúlico está lejos de la de ser un experto, un especialista, un perito, un técnico o un ingeniero. Bendita sea la literatura de Barragán, que fue de todo menos prontuaria.
Un fuerte abrazo,
Justo
Muchas gracias, Justo.
Un abrazo fuerte
La verdad,Santiago es que Barragán ES un arquitecto..., porque llegar a proyectar mas allá del papel, del espacio
y del tiempo y que se le puedan atribuir otras características sensoriales ,incluso intuitivas,mas allá de lo plasmado es propio de la Arquitectura, sea de un arquitecto de los grandes y reconocidos,como de los sencillos o desconocidos. Me ha gustado este post.
Gracias ChusdB,
Coincido contigo en que se trata de un Arquitecto como la copa de un pino. Independientemente de todo lo demás.
Un saludo y gracias por tu comentario
Enhorabuena, Santiago, por tu blog. Lo acabo de conocer, en una búsqueda suicida sobre noticias de la LSP, y ya llevo leídos y releídos varios posts.
Todos destilan una visión muy poética que engancha, y en este, homenajeando al maestro Barragán, no me he resistido a comentar...
Un saludo, y lo dicho: enhorabuena.
Muchas gracias por tu amabilidad. Estás en tu casa, bienvenido!
Publicar un comentario