14 de diciembre de 2011
OSWALD MATHIAS UNGERS Y EL OLVIDO
Oswald Mathias Ungers es, gracias
a los cambios de dirección en los vientos de la historia, un insigne olvidado.
Olvidado por generaciones que ni siquiera saben ya de su nombre. Maestro de “lo
cuadrado”. O mejor dicho, “del cuadrado”. Si es que se puede obtener maestría
en esa figura geométrica después de Herrera y su “discurso de la figura
cúbica”. Palladiano moderno y desenfrenado en un momento, como todos, cargado
de complejidad y falta de maestros.
Ungers permanece en las antípodas
de Venturi y de Rossi a pesar del aparente solape formal con este último. Sin
embargo Ungers se siente heredero de un esencialismo moderno en que la materia
y la geometría constituyen el núcleo resonante de la arquitectura. Esa actitud
revisionista de la herencia moderna le acercó un tiempo al Team X e hizo de él
una figura influyente lejana a las imperantes fuerzas de la posmodernidad.
La obra de Ungers no puede ser
contemplada lejos de su trayectoria docente. Profesor de todas las
universidades imaginables y aun de las inimaginables. Comenzó impartiendo
docencia en la universidad Técnica de Berlín, pasó a Cornell, donde fue decano,
profesor en Harvard, en California, en Viena, en Düsseldorf.... Lo suficiente,
pensarán algunos, para no dejar huella en ninguna. Lo suficiente para
mantenerse neutral y no saturarse de las tendencia imperantes en cada una.
Supo ver en Cornell, de un golpe
de vista, cuando allí reinaba Colin Rowe y el purovisualismo, el talento de un
joven holandés llegado desde la AA: Rem Koolhaas.El paralelo entre ambos puede
ser rastreado como una guía útil para comprender algunos de los aspectos
respecto la dimensión social de la arquitectura en la obra de éste último.
Entre sus obras resuenan fuertes
ecos de Rossi, pero también de Terragni y de la arquitectura italiana de
posguerra, eso sí, pasada por un tamiz calvinista y riguroso. Para Ungers la
historia de la arquitectura es una historia de las ideas no de las obras. La
arquitectura, para él, sólo habla de arquitectura, y eso se logra rozando el
límite puro de la abstracción. Claro que la abstracción permite abrir la
imaginación del espectador a historias fabulosas aunque sin fundamento
aparente.
Aquí es capaz de injertar en medio de un museo, una casa, con sus
cubiertas a dos aguas y su vallado. Ungers quizás quiera decirnos que la idea
de “la casa” es digna de estar en un depósito de la historia. O simplemente se
trata de un modo tener la caseta del guarda cerca de las obras. Por eso de
evitar los robos...
Etiquetas:
PERSONAJES
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