28 de mayo de 2010
CEREMONIAL
En cada ocasión en que se proyecta se actualiza una
ceremonia que nos conecta con aquellos que proyectaron antes que nosotros. Cada
proyecto celebra el proyectar en un arco de miles de años que atraviesa el
tiempo. Semejante al que conecta Altamira, Velázquez, Matisse con aquel que
embadurne, consciente de lo que eso significa, un color sobre una superficie.
Cuando proyectamos nos medimos con todos aquellos que
proyectaron antes de nosotros. Súbitamente, son rivales y son hermanos. De esa
repentina parentela recibimos una herencia que nos reúne a todos en un círculo
intemporal que nos lanza al futuro. No es todo. El regalo de pertenecer a ese
círculo equipara en obligaciones y responsabilidades, pero no te iguala a
ellos.
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2 comentarios:
Me gusta que se equiparen derechos y deberes; la responsabilidad -ante este círculo que cuentas, pero no sólo: también ante tus compañeros, coetáneos, clientes, etc.- es un factor fundamental. AM.
También creo, coincidiendo contigo, Andrés, que existe cierta correspondencia mutua, entre lo que la sociedad delega en la figura del arquitecto y lo que este debe ofrecer.
Aunque no sea un contrato que conozcan, efectivamente, todas las partes.
El cliente tiene una responsabilidad solo por el hecho de encargar a un arquitecto la construcción de su casa. El arquitecto adquiere un compromiso no solo con su cliente, también con su tiempo, con la ciudad...
Se repite, ahora que lo pienso, y mucho, la palabra compromiso.
Y me temo que la palabra compromiso es hoy más comprometida que nunca.
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