Desde Charlot, nadie duda de los aspectos cómicos de la
puerta giratoria. Devolver al usuario incesantemente al exterior es una jugosa
peripecia. Entre sus cualidades arquitectónicas está el tener una hoja que nos
muestra simultáneamente su haz y su envés, no saber su sentido de apertura
hasta el mismo instante en que se la empuja, y ser un trasbordador espacial
entre dos universos para un viaje que apenas dura media vuelta. Respecto a las
virtudes anteriores, casi es secundario el ahorro de espacio que supone frente
a un cortavientos.
La puerta giratoria es un invento de los bancos de Chicago
para evitar que los atracadores irrumpieran con las metralletas apuntando
directamente al personal. La puerta giratoria les obligaba a entrar con el arma
apuntando al techo o al suelo. Y de uno en uno. Esta boutade de
Fullaondo, cuyo conocimiento debo a un gran amigo, es seguramente falsa, pero
no por ello deja de ser el motivo más respetable para tan fabuloso objeto.
PD: Theophilus Van Kannel patentó en 1865 un ingenio para
deshuesar cerezas. Cuarenta y dos años más tarde fue el inventor y propietario
de una de las atracciones más famosas del Luna Park en Coney Island, “Witching
waves”; una pista de cochecitos que se deslizaban sobre un plano flexible que
se deformaba por un mecanismo de ruedas oculto bajo la superficie.
No interesa sólo intentar reflexionar sobre qué saltos da la imaginación de un
inventor americano, sino saber que en 1889, es galardonado con la "John
Scott Legacy Medal" por su contribución a la sociedad. Su mérito: haber
patentado en 1888 la puerta giratoria.
La vida real a veces parece también una "boutade".
PD2: A nadie parece importarle que un pobre alemán (H. Bockhacker) ya hubiera
patentado una puerta similar en 1881 ("tür ohne luftzug" o
"puerta sin corrientes de aire"). Esta información se la debemos a María Arana.
4 comentarios:
Banco de Bilbao, Pº de la Castellana. Y la boutade, no por Fullaondo menos graciosa (y seguro que tiene su parte de cierto). A.
Theophilus Van Kannel patentó en 1865 un ingenio para deshuesar cerezas y cuarenta y dos años más tarde fue el inventor y propietario de una de las atracciones más famosas del Luna Park en Coney Island, “Witching waves”, algo así como “las olas embrujadas”; una pista de cochecitos que se deslizaban sobre un plano flexible que se deformaba por un mecanismo de ruedas oculto bajo la superficie.
No interesa sólo intentar reflexionar sobre qué saltos da la imaginación de un inventor americano, sino saber que en 1889, es galardonado con la "John Scott Legacy Medal" por su contribución a la sociedad. Su mérito: haber patentado en 1888 la puerta giratoria.
La vida real a veces parece también una "boutade".
PD: A nadie parece importarle que un pobre alemán (H. Bockhacker) ya hubiera patentado una puerta similar en 1881 ("tür ohne luftzug" o "puerta sin corrientes de aire").
Todos estos datos se los debemos a Maria Arana.
Gracias María.
Ay, Coney Island: mi sitio preferido desde que leí "Delirious NY"; si resulta que (casi) toda la arquitectura moderna se gestó ahí, y nos lo habían contado al revés. Saludos, A.
Saludos, Andrés
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