Algo de orfebre y de panadero tiene el oficio de arquitecto.
29 de enero de 2010
ACUEDUCTO EXTRAÑO
En la misma bienal de Milán en la que acechaba aquel animal-templo, se mostraba también esta extraña arquitectura, igualmente de Navarro Baldeweg. Sobra decir que bajo la apariencia de acueducto se esconde un animal saciando su sed. Animal bicéfalo, entre gárgola, desagüe y alambique, pero con cabezas afiladas y punzantes. Sus patas son las de una bestia elefántica, y el sistema de columnas y dinteles es sustituido por la de un organismo de muros, arcos y una sustancia licuada que lo recorre.
Las dos situaciones vistas, - de animal-templo y acueducto-bestia-, comparten una base operativa: Engarzar, igual que un orfebre, lo sólido y pesado, con lo pequeño, ligero y fluido; y amasar, igual que un panadero, ambigüedad y símbolo. Fruto de ello, nace algo innombrable pero real.
Algo de orfebre y de panadero tiene el oficio de arquitecto.
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27 de enero de 2010
ANIMAL EXTRAÑO
La traza de este cuadrúpedo, vigilante y extraño, corresponde a Navarro Baldeweg. Corzo o tigre, es un centinela del espacio que lo rodea. Una esfinge que, elástica, se ha erguido. Pero algo en esos trazos han hecho que el animal haya perdido su condición.
El peso se distribuye en equilibrio sobre cuatro apoyos sólidos. Las patas, como columnas, facilitan el contacto con un terreno imaginario pero cierto. El cuerpo, como un dintel, los unifica y remata sin dulzuras. Así, el animal se convierte en un templo.
Pero al igual que toda obra debe contener desconciertos, los ojos y el apoyo de la cabeza, hacen del conjunto algo móvil e inestable, como un jarrón sobre la arista de una mesa.
El equilibrio parece a punto de desbaratarse. Y sin embargo ahí permanece, prolongado en el tiempo; dejando esa ilusión en suspenso. Igual sucede en cada templo, desde el Partenón a Segesta.
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25 de enero de 2010
CONEXIONES
“WG es Walter Gropius, un mierda
que se hizo famoso como empresario cultural”(1). Para hablar de Gropius,
seguramente bastan esas palabras de Quetglas. A nadie se le escapa que el
verdadero insulto es haberle aplicado el término de “empresario cultural".
Su figura aristocrática y
sugerente es clave para entender no solo la Bauhaus sino la arquitectura
moderna. Klee allí le corona como “Príncipe de la plata”, seguramente, como
señala Wolfe, el oro era demasiado chillón para un personaje como Gropius.
Argan en una notable monografía dedicada a él en exclusiva, apenas habla de su
obra: parece de mayor alcance lo que su figura fue capaz de provocar. Rykwert
enseña con cierta incómoda ironía, una imagen de su Blockhaus Sommerfeld, en
Berlín, del año 1921, formada por troncos de madera al más puro estilo del
oeste americano. Una imagen capaz de destrozar cualquier reputación.
Pero en realidad todo eso importa
poco. Como tampoco importa que su fortuna se erigiese simultáneamente a su
tarea decana en Harvard, con una patente de casas de madera contrachapada para
la General Panel Corporation, de la que era vicepresidente.
Como arquitecto nos ha legado un
par de obras maestras. Una construida y otra utópica, pero trascendente:
el edificio de la Bauhaus, y el proyecto del “Teatro Total”.
Mucho se ha escrito sobre el
edificio de la Bauhaus. Sobre el proyecto del “Teatro total”, cabe, por menos
conocido, un comentario: Se trataba de un teatro giratorio, encargado por
Piscator cuyo sentido del espectáculo trataba de eliminar los límites entre
actor y el espectador. Todo ello en un conglomerado inédito al cual se sumaban
varias películas proyectadas sobre las paredes y la cúpula del teatro.
En agosto de 1939, en el primer
número de la revista Sur, la más seria de la vida cultural de Buenos
Aires, esa propuesta fallida fue empleada por Jorge Luis Borges para elaborar
un ensayo titulado “La biblioteca total”. Primer borrador de lo que luego sería
su “biblioteca de Babel”. Lo que es desde entonces una imagen verdaderamente
antológica y paradigmática para cualquier arquitecto a la hora
de hablar de laberintos o bibliotecas.
La faceta de activador cultural
de Gropius es, pues, una aportación no desdeñable. No cabe como insulto. Como
ha probado Borges en otros tantos cuentos memorables, una existencia queda
justificada por la mera inspiración de un verso, quizás de una imagen, a obras
mayores. ”Porque la maquinaria del mundo es harto compleja para la simplicidad
de los hombres”.
(1). QUETGLAS, Josep , Escritos
colegiales, Actar Barcelona, 1997, pp. 177
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17 de enero de 2010
DIBUJOS INFANTILES
Sobre una de las paredes del museo Castellvechio, de Scarpa,
cuelga este cuadro de Giovanni Francesco Caroto, donde un niño extraño de
sonrisa pelirroja blande su dibujo.
La pintura solo tendría el misterio que encierra un retrato
atípico del renacimiento, si no fuese porque se extiende mise en abyme:
una pintura que contiene una pintura. Historias que contiene historias como
sucede en Hamlet, las Meninas, todo Borges o las mil y una noches.
El retrato corresponde a Caroto pero también el dibujo que
sostiene el niño: Es el dibujo de un pintor que dibuja el dibujo de un niño. Si
la pintura ya contiene una dosis de maestría, no es eso lo más comprometido. Lo
difícil, lo virtuoso, lo violento, es el ejercicio de abandonar la sabiduría
para dibujar como dibujaría un niño. Desprenderse para dibujar limpio. Leve.
Inocente.
Y lograrlo.
Tan difíciles son esos trazos de Caroto como los de esas
fachadas del proyecto de ampliación del IVAM, de Sanaa: Las líneas del suelo
donde se apoyan, rectas sin pendiente, imposibles, inocentes. Allí la
puerta sin escala; aquí, sin motivos que avalen su posición. Allí la mancha
defectuosa, como una nube, de quien no sabe aun colorear. El cierre de los
contornos con rectángulos sin espesor, sin construcción, sin gravedad, sin
peso...
Pero no, no hay nada de infantil en esos dibujos, puesto que
un niño lo echaría todo a perder con la inclusión de más y más trazos, sin
saber parar: Es un dibujo infantil arrebatado por un adulto, a medio dibujar.
Tras esos trazos solo es posible imaginar un espacio, aéreo, ligero, leve.
Donde el aire se sustituye, gracias a esa fingida inocencia, por esa sustancia
respirable, ligera y lechosa que para Sanaa es la arquitectura.
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13 de enero de 2010
EL VIEJO MUNDO
Vivimos en un mundo viejo, cuando somos aun demasiado
jóvenes. En un mundo que tiene adherida una costra que impide empezar nada de
cero. Un mundo donde todo aparece ya proyectado, antes incluso de que haya
empezado a existir. Todo ya se ha juzgado y criticado, antes de que se haya
erigido. Estamos tan atiborrados de imágenes que no podemos ver.
Por eso habrá quien sienta la necesidad de inventarse unos
ojos nuevos. Y proyectar como si proyectar fuese algo impracticable. Proyectar
por encima de las propias capacidades, con un objetivo fuera de alcance. Pero
sentarse y proyectar. Proyectar para hacer que lo no proyectado aun, sea
posible.
En cierto sentido, creo que siempre se proyecta lo que no se
conoce. Se proyecta para permitir que la arquitectura no pensada aun, se
exprese. Dice Marguerite Duras de su escribir: “Si se supiera algo de lo que
se va a escribir , antes de hacerlo, antes de escribir, nunca se escribiría. No
valdría la pena.
Escribir es intentar saber qué escribiríamos si
escribiésemos –sólo lo sabemos después- antes es la cuestión más peligrosa que
podemos plantearnos. Pero es la más habitual” (1)
(1) DURAS, Marguerite, Escribir, Tusquets, Barcelona,
2000, pp. 56
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11 de enero de 2010
CARLO SCARPA O EL PALIMPSESTO
Si de la relación de la
arquitectura con el tiempo se trata, tarde o temprano hay que abordar el
problema de Carlo Scarpa. Y no se dice que sea un problema pretendiendo, como
tantas veces ocurre, inventarlo.
El problema Scarpa no es un
problema para si mismo ni para su obra, sino para la crítica: Es un problema de
etiquetado. Con criterio razonable muchos no lo han considerado arquitecto,
sino un artista,- Bruno Zevi entre otros-. Pero resulta que su mirada sobre el
mundo es la de un arquitecto inconmensurable.
No es menester batallar tanto por
eso sino por las dosis de hermosura que nos ha legado. Siempre en obras mínimas
y delicadas. Es cierto que no hay en Scarpa ninguna revolución, ningún espacio
antológico. Sin embargo es significante como en sus dibujos y en sus obras
siempre se da la superposición de materias, trazos, detalles y escalas como una
dialéctica educada y deslumbrante con el legado de otros tiempos.
En Castelvecchio, -pero podría
hablarse de otros casos-, las capas cubren y se superponen a lo existente.
Lienzos de hormigón cubren estucos y capas de piedra y mampuesto igual que lo
hacen los fragmentos de papel sobre sus dibujos. En ocasiones es difícil
percibir la continuidad de los sistemas de representación y la obra, pero aquí
es un hecho palpable y digno de reflexión.
La obra nueva añade capas que
muestran su espesor constructivo que es sofisticado y cubierto por bordes
cuidadísimos. Se ocultan los defectos de lo anterior y la nueva capa los
mejora. Pero con esa superposición se altera el significado y se produce un
milagro de comunicación y continuidad.
No se me ocurre mejor imagen para
entender la producción de Carlo Scarpa que la del palimpsesto: Ante la
necesidad de escribir y la escasez de papel, el palimspsesto es la sugestiva
operación de usar como soporte de escritura una obra existente, que queda
debajo parcialmente oculta por lo nuevo (1). El resultado es una convivencia de
capas que son capaces de simultanearse y emerger alternativamente. En las
mejores ocasiones, trenzando nuevos sentidos al que tendrían las obras por
separado.
En el palimpsesto la
superposición de estratos es evidente y permite hacer una lectura
multidimensional de la obra, del fondo a la figura y vuelta a empezar. De modo
que aunque en principio el texto antiguo quiere ser eliminado con el gesto de
la ocupación, no llega a serlo por completo y aflora dialogando con lo nuevo.
Carlo Sarpa es por tanto un
exegeta, o mejor un hermeneuta. Alguien que explica y descifra secretos
importantes. Pero de arquitectura. Indiscutiblemente.
(1) El palimpsesto es una figura
bien querida por Gérad Genette que ha visto en ella una apoyatura útil para
dilucidar la literatura de la época posmoderna.
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7 de enero de 2010
UNA LISTA
Esta lista fue elaborada por Richard Serra para
su propio uso entre 1967 y 1968 (1). Constituye no una colección de formas,
como cabría esperar de alguien dedicado a la escultura, sino de acciones. Los
verbos están a la espera de una materia adecuada sobre la que avalanzarse. Son
máquinas, y la tarea del artista es la del obrero que las conecta y apaga,
testigo mudo del resultado. Sin embargo son máquinas intercambiables,
combinables en acciones compuestas y aptas también como objetos de reflexión
para la arquitectura.
Así, donde vemos la idea de proyecto como algo estático, puede hablarse del modo en que éste se comporta sobre el usuario, sobre el contexto, sobre una materia o sobre el programa, recordándonos su necesidad transitiva. Y poniendo de manifiesto que "la idea" de arquitectura es un tipo especial de máquina, capaz de activar estratos de la realidad, de modo que el conjunto de acciones superpuestas broten de esa fuente de energía compartida.
Así, donde vemos la idea de proyecto como algo estático, puede hablarse del modo en que éste se comporta sobre el usuario, sobre el contexto, sobre una materia o sobre el programa, recordándonos su necesidad transitiva. Y poniendo de manifiesto que "la idea" de arquitectura es un tipo especial de máquina, capaz de activar estratos de la realidad, de modo que el conjunto de acciones superpuestas broten de esa fuente de energía compartida.
(1) “rodar, plegar, doblar, almacenar, curvar, acortar, torcer, motear, arrugar,
rasurar, rasgar, hacer virutas, hender, cortar, cercenar, caer, quitar, simplificar, diferenciar, desordenar, abrir, mezclar, esparcir, anudar, derramar, inclinar, fluir, retorcer, levantar, incrustar, impresionar, encender, desbordar, untar, girar, arremolinar, apoyar, enganchar, suspender, extender, colgar, reunir, de tensión, de
gravedad, de entropía, de naturaleza, de agrupación, de capas, de fieltro,
agarrar, apretar, atar, amontonar, juntar,dispersar, arreglar, reparar, desechar, emparejar,
distribuir, exceder, elogiar, incluir, rodear, cercar, agujerear, cubrir, abrigar, cavar, atar, ligar, tejer, juntar, equiparar,
laminar, vincular, unir, marcar , ampliar,
diluir, alumbrar, modular, destilar, de ondas, de electromagnetismo, de
inercia, de ionización, de polarización, de refracción, de mareas, de
reflexión, de equilibrio, de simetría, de fricción, estirar, saltar, borrar, rociar, sistematizar, referir, forzar, de mapa, de posición, de contexto, de tiempo, de carbonización, continuar.”
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2 de enero de 2010
MIMESIS
La figura de Philip Johnson es tan controvertida como
necesaria para explicar la arquitectura del siglo pasado, empezando por el
“estilo internacional” y acabando por el deconstructivismo. Su talento para leer
los signos de los tiempos fue quizás más importante que el mostrado para
producir arquitectura.
La obra de Johnson siempre ha funcionado como un espejo o
una antena. A las sucesivas preguntas a ese espejo mágico, ha respondido con
citas al lenguaje de Mies, de Hejduk, de Ventury, de Eisenman, etc.... -el et
cetĕra es aquí más que justo porque su producción es extensa y las
referencias usadas son verdaderamente innumerables-.
Pero si nada en su obra parece propio, no significa que no
exista en ella algo valioso.
Su famosa casa de vidrio resulta un eco inteligente, aunque
travestido, de la casa Farnsworth de Mies. Junto a ella y en una finca de 19
hectáreas, Johnson construyó a lo largo de los años una larga serie de
pabellones que, a la vista de lo dicho, podemos considerar uno de los mejores
museos de la arquitectura del siglo XX. No importa que todos sean
proyectos-citas a otras arquitecturas, a fin de cuentas son los periodos por
los que ha trascurrido su vida y esa finca también es su propia biografía.
Una de esas intervenciones es la Ghost House, una pequeña
cabaña de malla de simple torsión y tubos de acero, erigida en 1984 sobre las
ruinas de una construcción existente, con la finalidad de proteger una
plantación de lirios de las enredaderas silvestres. Si bien Johnson habla de la
obra de Gehry como su referencia material, se cruzan en su recorrido la
pajarera de Price y los intereses artísticos de Dan Graham.
“Ten cuidado: de tanto jugar a ser fantasma, uno acaba
convirtiéndose en uno”, rezaba el aviso de Roger Caillois al comienzo de su
artículo sobre el mimetismo para la revista Minotaure. El mimetismo
entraña un riesgo de abolir el límite necesario que tiene todo ser vivo
respecto a lo que le rodea. Es decir, de mantener su propia diferencia. El ser
mimético destruye su borde y se funde con lo mimetizado. “Entonces el cuerpo se
desolidariza del pensamiento, el individuo cruza la frontera de su piel y
habita del otro lado de sus sentidos. [...] Es parecido a algo, pero solo
parecido. E inventa espacios en los que él es la `posesión convulsiva´”.(1)
Tal vez ninguna obra sea mejor reflejo de los problemas que
encarna Philip Johnson como esta insignificancia de alambre y acero. Tal vez
ninguna palabra le define mejor que la de ser una personalidad con una vocación
de “posesión convulsiva” hacia la arquitectura, y la suya una tarea de
coleccionista.
(1) CAILLOIS, Roger, “Mimétisme et psychastenie legéndaire, Minotaure,
1935, citado en KRAUSS, Rosalind,
E.,”Corpus Delicti” en Lo fotográfico, por una teoría de los desplazamientos,
GG, Barcelona, 2002, pp. 184
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