13 de noviembre de 2009
LO OBLICUO
No encontramos superficies
puramente horizontales en la naturaleza salvo la del agua. Resulta tan terrible
como fascinante esa tabula rasa que ofrecen los ríos tras el aluvión. En
las inundaciones, el territorio anegado nos descubre un paisaje sin suelo,
horizontal, puro, y la arquitectura flotando libre de referencias se
“objetualiza”.
El resto de las ocasiones al ser
humano se le ofrece necesaria la identidad del suelo oblicuo y la naturaleza.
Algunas veces escarpado e inaccesible, otras transitable y apto para ser
habitado. Sobre esas últimas la arquitectura ha desarrollado la mayor parte de
su tarea. El suelo oblicuo es el protagonista de la arquitectura egipcia y de los
grandes accesos procesionales de la arquitectura griega. El moderno “paseo
arquitectónico” de Le Corbusier es su visible depositario y su influencia ha
estado especialmente presente en el último cuarto del siglo XX.
El recorrido oblicuo es el que
realizan los niños en sus juegos, donde la incomodidad es suplantada por la
libertad en la elección del camino. Lo lúdico, lo joven y desprejuiciado de
esas superficies es observado en los trabajos de Parent y Virilio bien que en
un lugar tan inesperado como es la arquitectura defensiva de los bunker de la
segunda guerra mundial. Sus trabajos de los años 60 corren silenciosos, como
una corriente secreta, hasta el manantial que supone el influyente proyecto de
la Biblioteca de Jussieu de Rem Koolhaas, casi treinta años después.
Posteriormente tal vez la puesta en práctica más notable de las teorías
lúdico-oblicuas de Parent y Virilio se concentren en el Proyecto para la
terminal de Yokohama, donde el suelo es capaz de aparecer con su potencia para
configurar tanto los recorridos como el propio funcionamiento del edificio.
Por breve e incompleto, este
recorrido por lo oblicuo seguramente resulta deformado, pero es la base más
profunda desde donde entender algunas de las más importantes operaciones
formales de plegado, de las topografías artificiales y las deformaciones de
láminas y planos de cientos de proyectos de la arquitectura más reciente.
Hay tranquilas corrientes que
tardan en encontrar el hueco por donde manar, pero cuando afloran, pueden
llegar a provocar auténticas inundaciones.
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