27 de octubre de 2009
MODELOS
Antes de que la arquitectura se vuelva irremediable, las
maquetas permiten probarla y corregirla. “La maqueta, la casa como hijo,
promete una belleza que, más tarde, no siempre se da en la construcción” dice
Bloch en su Principio Esperanza (1). Es iluminadora la expresión “La casa como
hijo” por lo que tiene de obra en miniatura cargada de futuro, es significativo
detectar que no son plenamente eficaces para adelantar la belleza porque ese es
un objetivo que requiere de cierta inocencia.
No puede negarse cuanto de arquitectura tienen estas
maquetas de Herzog y de Meuron y Nouvel, como espacios, en si mismos,
habitables. En ellas está presente un componente premonitorio y uno lúdico:
horóscopo y casa de muñecas. No hay otra manera de evitar el fracaso acústico
de una sala que por medio de ellas. Pero también son habitaciones infantiles en
las que jugar con los amigos, por mucho que sea requerido para el juego, que
éstos se disfracen de ingenieros acústicos o especialistas en disciplinas
innombrables. Son como las cabañas en los árboles y los espacios bajo las
mesas, donde está vedado el paso al mundo adulto.
La arquitectura es un juego muy, muy serio, pero a veces se
nos ve el plumero.
(1) BLOCH, Ernst, El principio Esperanza, Editorial
Trotta, Madrid, (Título original, Das
Prinzip Hoffnung. In
fünf Teilen, 1959),
2006, Vol 2, pp. 283.
Etiquetas:
FORMATIVIDAD,
HABITAR,
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