28 de septiembre de 2009
SOBRE LA LUCHA DEL ARQUITECTO Y LA OBRA
Siempre tiene la realización de la obra de arquitectura algo
de extraordinario.
Además de aparecer la sorpresa de
lo anticipado por el proyecto, - que de alguna manera siempre es un ejercicio
de adivinación- , aparece un instante vertiginoso en que todo lo planificado se
desbarata, todo se atropella y precipita.
Al sustituir el futuro del acto
de proyectar por el presente alegre del construir, el papel del arquitecto se
trastoca y se convierte en un obrero más. Difumina su hacer con el de otros
trabajadores y tiene que confiar en sentidos diferentes a los usados en el
proyecto. Entonces el tacto, la experiencia y el oído le permiten actuar,
quizás por última vez antes de que la obra se desprenda de él, lenta y
progresiva, como la despedida a un largo viaje.
Esa última posibilidad de
participación en la obra, la búsqueda de la mejora que trata de eliminar lo
imperfecto y superarlo, la esperanza de que una vez ejecutado, el global logre
redimir lo que para nosotros son ahora fallos e imprecisiones, - como antes lo
consiguieron las grandes obras del pasado- , es parte del irrenunciable deseo
de perfección, pero también una secreta fe en la arquitectura como acto de
comunicación.
Etiquetas:
CONSTRUIR,
PROFESION,
RESISTENCIAS
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