21 de septiembre de 2009
SENCILLEZ
Asociar conceptos como sencillez y elegancia no es novedad.
Hablar de ambos como algo deseable tampoco. Hay una sencillez dolorosa como la
cabeza de Nefertiti y hay otra que es alegre y natural, como lo son algunas
flores silvestres y todas las nubes. Este croquis de Sanaa para la casa
Moriyama es de ese tipo de sencillez alegre de las cosas que ofrece la
naturaleza.
Algo tan alegre, tan sencillo, encierra siempre un misterio
trascendente. La mejor palabra que se me ocurre para hablar de este croquis es
la de franciscano.
Me pregunto si habrá alguna relación entre el Zen y el Santo de Asís.
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2 comentarios:
Cuando estuve en Asís por primera vez, allá por 1988, los frescos basilicares de Giotto me hicieron ingresar en mi primera serenidad en movimiento; lo que dos lustros después descubrí que el zen nombra como "meditación activa". Quizá no fuera casual que aquella obra parietal glosara los estadios vitales de un tal Francesco, criatura atenta a lo fundamental, por encima de lo adjetivo, o más bien a lo sustantivo escondido en lo trivial.
Desde entonces sigo experimentando día a día esa mismísima sensación cuando desinfecto mi cuarto de baño, friego mis platos o pinto murales de un kilómetro cuadrado.
Todas ellas actividades ultrafundamentales, en su (bendita) estupidez.
Siempre se ven peligrosos aquellos actos sencillos que prescinden de lo necesario.
Saludos y gracias por tus comentarios
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