31 de agosto de 2009
ARQUITECTURA A LA DEFENSIVA
Las arquitecturas defensivas trazadas por Miguel Ángel para
la muralla de Florencia son toda una declaración del arte de la guerra. Una
arquitectura nacida para la defensa siempre habla indirectamente de los modos
de ataque que sobre ella van a ser empleados. De ese modo existe una historia y
una cronología del armamento encubierta en las edificaciones y fortines capaces
de contenerlas y servir de refugio.
Si estos trazados son seductores es también por el conflicto
interno que esconden. Para Miguel Ángel las fortificaciones deben ser diseñadas
con el rigor geométrico de no ofrecer puntos ciegos al enemigo por donde
favorecer el asalto. Rigor en los trazados de las municiones lanzadas, rigor en
los campos barridos por el fuego de las todavía lentas y pesadas armas del
siglo XVI. Rigor en el grosor de muros
que deben resistir las salvas de los cañones enemigos, no ofrecer débiles
planos frontales y a la vez dar cabida al ejercito defensor permitiendo su
maniobrabilidad.
Y sin embargo en una edificación donde nada puede ser
gratuito, para el desprotegido ángulo de la Porta al Prato d'Ognissanti, Miguel
Ángel propone una edificación extraordinariamente recargada desde el punto de
vista de la forma, porque sabe que la
imagen de lo inexpugnable es un arma disuasoria de primer orden.
A punto de devorar a sus enemigos, esta arquitectura feroz
augura las exigencias formales de la arquitectura expresionista del futuro.
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