21 de abril de 2009

DAÑOS COLATERALES

Se trata de una ilustración de los alrededores de la Casa de la Música en Oporto, de Rem Koolhaas.
No puede decirse que el contexto que se intuye en esta imagen sea hermoso. Quizá pueda encontrarse en él cierta poesía, mala, de arrabal.
Perpetrar piezas de arquitectura que funcionan como cebo para el desarrollo de la ciudad, como bien ha demostrado el Museo Guggemheim en Bilbao, puede trasformar en un brevísimo lapso de tiempo el contexto original en que la obra se asentaba y dejarla sin sentido. Hasta el punto de su autodestrucción.
El Guggenheim ha trasformado toda la vieja ría de Abandoibarra. La dulcificación de los alrededores, la profunda trivialización de ese espacio, ha hecho que el objeto del museo haya perdido todo sentido en relación al recuerdo industrial y fabril sobre el que crecía manteniendo una interesante conversación.
Y eso no es todo, el contexto se ha visto alterado a una velocidad tal, que las obras allí en marcha trabajan en realidad sobre un lugar que ya no existe y que se modifica a mayor ritmo que ellas mismas.
La constatación de este hecho debería ponernos en aviso sobre dos cuestiones: por un lado, entender el contexto como un hecho abierto, frágil y en constante trasformación. Por otro, la necesidad de hablar del contexto en un “campo expandido”, en términos semejantes a los que la literatura lo ve indisolublemente tejido al texto que lo alimenta y lo corrige, y la biología lo hace respecto a la biodiversidad. Conscientes de que la “urba-diversidad” es un valor para el desarrollo y pervivencia de la ciudad, (sin que eso suponga la conservación a ultranza de sus aspectos más degradantes).
La imagen de arriba, para bien o para mal, pronto desaparecerá.
Tal es la fragilidad de las relaciones de la arquitectura con el lugar.

6 comentarios:

Iñigo Areche Sanz dijo...

Me he atrevido a responderte a este post, pero por la posibilidad de añadir fotos y extenderme más lo he hecho en mi blog.

un saludo: Iñigo

Santiago de Molina dijo...

Gracias por participar, Iñigo.

Creo que el contexto puede destruir la posibilidad de percibir la obra.

Una manera hermosa de explicarlo, aunque ya hemos hablado de ello en alguna ocasión, es una anecdota entre Joshua Bell, como sabes, extraordinario violinista, y el director de la Orquesta sinfónica Nacional de Estados unidos.
Bell se pone a tocas su Stradivarius en el metro, toca Bach, y no cualquier cosa.
Pasan ante él más de 1000 personas. Solo uno se queda unos minutos escuchando. Ganó 32 dólares. Días antes había llenado la sala de conciertos y pagando entradas a un pecio increible.

La obra exige un contexto que la permita contemparla. Sin él, o con un contexto vacio, la obra es inapreciable.

http://www.elpais.com/articulo/cultura/belleza/pasa/desapercibida/elpepucul/20070409elpepucul_1/Tes

dario dijo...

yo te respnderia sobre todo porque estoy viviendo en porto, y casulamente ayer estuve en casa da musica.
no fue un acontecimiento cualquiera sino que mas de dos mil personas se dieron cita para escuchar una conferencia de Alvaro Siza "o que aprendi com a arquitectura".
volviendo al terreno, pornto cedera esa imagen a otra en mi opinion mas catastrofica, pues ese terreno fue adquirido por El Corte Ingles... y ya se sabe
un saludo

Santiago de Molina dijo...

Uff. Que miedo!
Gracias por participar.
Un saludo

Iñigo Areche Sanz dijo...

Perfecto ejemplo... comprendido. Gracias.

Alberto dijo...

Oporto es una ciudad de contrastes. Puede uno alojarse en un hotel de 5 estrellas y, cuando sales a la terraza, contemplar un huerto de patatas. Es curioso. Curioso como visitar esta obra de Koolhaas y después el Museo Serralves. Más curioso aún es que Siza, en Oporto, tenga que impartir su conferencia en ese recinto.
Quizás es un error criticar desde un punto de vista arquitectónico a Casa da Música cuando, en mi opinión, se debería hacer desde un punto de vista escultórico.